En medio del confinamiento por el coronavirus, Felipe Luzuriaga ofrece conciertos con su violín desde su balcón en Canadá. Foto: Cortesía Felipe Luzuriaga
La noche del 24 de junio de 2020, el músico ecuatoriano Felipe Luzuriaga completó su concierto número 73 desde un balcón en Toronto, Canadá, país donde radica desde hace dos años junto a su esposa Diva Sacoto y su hijo Salvador, de cuatro años de edad.
El músico quiteño sonríe cuando recuerda el primer día que decidió salir al balcón de su departamento en Davisville, el 7 de abril, para interpretar en su violín el Himno de la alegría de Beethoven. “Ha sido una experiencia única en mi carrera musical, ya que la gente nos da dado muestras de afecto que nos emocionan”, reseña.
Como anécdota personal, explica que sus presentaciones no fueron continuas desde que se inició la emergencia sanitaria por la expansión del coronavirus en Norteamérica. Hubo días que hizo tanto frío en esa ciudad localizada en la orilla noroeste del lago Ontario, que las temperaturas promediaban los 10°C bajo cero.
Cuando el canal de televisión CBC realizó un reportaje sobre sus presentaciones, su popularidad aumentó entre los canadienses, quienes a través de redes sociales difundieron más sus conciertos, a los cuales han asistido incluso ediles de la ciudad.
“Casi todas las noches justo después de las 19:30 (18:30 hora del Ecuador continental) cuando el ruido de las ollas y sartenes disminuye, Felipe Luzuriaga se dirige al balcón de su departamento en el área de Davisville para tocar su violín”, reseña la crónica de CBC, dentro del reportaje titulado Historias de los héroes de primera línea en Toronto.
“No solo he interpretado música clásica, también musicalicé temas de los Beatles, Queen, piezas de ópera, tango y música ecuatoriana como la Vasija de barro, una canción en el cual mi esposa mi hijo me acompañaron en la percusión”, añade.
Luzuriaga es un apasionado del violín, un instrumento con el cual tiene un romance desde los ocho años de edad, lo acompañó en su niñez, adolescencia y adultez. Así decidió estudiar una licenciatura musical en la Universidad San Francisco de Quito, perfeccionó su técnica con un posgrado en el Conservatorio de Boston y siguió con decenas de cursos en Filadelfia y Nueva York.
Llegó a Canadá tras obtener una beca para cursar una maestría en la Universidad de Toronto, que la completó en la primera semana de junio de este año, en una graduación virtual. Decidió alargar su permanencia en suelo canadiense no solo por la emergencia sanitaria, sino también porque la Universidad le ofreció una beca completa para obtener un doctorado en dirección de orquesta.
“Antes de la expansión de la pandemia por el covid-19, en marzo estuve como Director de la Orquesta de la Universidad de Toronto, en uno de los últimos eventos masivos antes de la pandemia. Ese día llegó la propuesta de hacer el doctorado y del financiamiento que me ofrecían. La decisión de quedarnos la tomamos en familia durante el confinamiento”, explica.
No solo las melodías en violín han sido el principal atractivo de sus presentaciones, sino también su hijo, quien ha disfrutado de los conciertos abiertos de su progenitor con saltos y bailes. “Los vecinos se alegran tanto con sus gestos que terminan aplaudiéndolo a él y, de la emoción, viene y me abraza en plena interpretación, eso me anima y me motiva más”.
Luzuriaga cuenta que en Canadá, el distanciamiento social ha sido la medida preventiva que más han utilizado para evitar un contagio de coronavirus. Comenta que aprovecha las áreas verdes de Toronto para salir a caminar. Cerca de su domicilio existe un jardín botánico y cementerio de acceso público, a donde va a pasear con sus dos perros. El contacto diario con sus familiares en Ecuador lo hace a través de plataformas virtuales de comunicación.
En estos días, Luzuriaga realiza una campaña de recaudación de fondos para darle mantenimiento a su violín y arco, a través de GoFundMe. Requiere de USD 8 111 y hasta el momento 26 donantes ya han reunido 1 911.
Reconoce que las clases virtuales de música copan gran parte de su jornada diaria, pero que también aprovecha de sus horas libres para difundir las composiciones musicales de su esposa, dentro del proyecto Luzama.
La primera canción en esta iniciativa, La ley del silencio, fue grabada con el hermano de Diva, Andrés Sacoto Arias, en la Reserva Ecológica Antisana, cerca de la laguna de La Mica. El videoclip de este tema ya está disponible en YouTube.