Durante la campaña Tú bebé sin VIH, se brinda información sobre el virus a usuarios de la Maternidad Isidro Ayora. Foto: Diego Pallero / EL COMERCIO
La prevención puede hacer la diferencia entre nacer seropositivo o no. Y eso implica que un bebé herede una enfermedad, para la cual aún no hay cura, o venga al mundo sano. En el planeta hay 2,1 millones de niños, de entre 0 y 14 años, que viven con VIH. Lo registra el Programa Conjunto de Naciones Unidas sobre este tema.
Ecuador no está lejos de esa realidad. En el 2016 se registraron 526 mujeres embarazadas con el virus que fueron atendidas en centros públicos. 60 bebés adquirieron la enfermedad de sus mamás del 2014 al 2016. En este año se calcula que habrá 426 126 gestantes y 767 nuevos casos de VIH en ese grupo.
El Día Internacional de esa enfermedad se conmemora cada 1 de diciembre, el pasado viernes empezó la campaña para combatir una de las mayores preocupaciones del MSP, así como de la Organización Mundial de la Salud (OMS): la transmisión materno infantil o vertical. Es decir, durante el embarazo, el parto o la lactancia.
En el país, algo más de 170 niños, de 0 a 6 años, viven con VIH, desde el 2010 hasta el 2016. En el 92% de casos la transmisión del virus fue de forma vertical, precisa la ministra de Salud, Verónica Espinosa. El resto por otras vías, como transfusiones de sangre.
Para prevención y control de enfermedades de transmisión sexual y VIH, el MSP invirtió USD 8,6 millones este año. El costo por paciente con el virus supera los USD 1 000 anuales.
Pero más allá de la prevención, hay otra cuestión: aprender a convivir con la enfermedad. Lo explica Jacqueline Martínez, directora de la Aldea Franciscana Santa María de los Ángeles, un centro ubicado a pocos metros del lago San Pablo, en Imbabura. Acoge a huérfanos con VIH.
Sus vidas son diferentes a las de otros pequeños que crecen sanos. No deben descuidarse de tomar las dosis de medicamentos antirretrovirales en el día. A veces, eso les provoca náuseas, diarreas o mareos.
También deben evitar lugares fríos o concentraciones de personas, en donde pueden pescar resfriados, dice Vanessa Jara, técnica en Sexualidad de la Cruz Roja. Si están con las defensas bajas, corren el riesgo de enfermarse de gravedad.
Si el mal no fue tratado durante el embarazo, en los pequeños se produce retardo en talla o bajo peso. Eso advierte Alexandra Valdivieso, psicóloga de la Maternidad Isidro Ayora, que asiste a pacientes seropositivos.
Carolina (nombre protegido), de 26 años, desconocía que contrajo el virus y dio a luz a su hijo. Cuando él tenía 1 año y medio volvió a embarazarse, pero tuvo un aborto espontáneo. En el hospital la sometieron a pruebas de sangre, que resultaron positivas. Lo peor fue que su niño tuvo el mismo resultado. Llevaba meses con diarreas, bajo peso y su talla no correspondía a su edad.
Para prevenir esas historias, el MSP impulsa la campaña Tu bebé sin VIH: hazte la prueba.
Se trata de sensibilizar a las mujeres en edades fértiles sobre la importancia de los exámenes para identificar la enfermedad. La prueba rápida cuesta USD 1,25. La idea es que haya máximo 2% o menos de niños, hasta los 18 meses, infectados de forma vertical.
A futuro –anota la funcionaria– se busca que en Ecuador se erradique la enfermedad en recién nacidos, como sucede en Cuba, único país del mundo que lo ha conseguido. “Tenemos que cortar el ciclo”.
Para Walter Moya, ginecólogo de la Maternidad Isidro Ayora, se puede prevenir el contagio en infantes con medidas preventivas. Una es que las madres den a luz por cesárea. Así se evita que, al nacer, los bebés tengan contacto con fluidos de la cavidad vaginal, en donde está la enfermedad.
El segundo hijo de Cristina llegó al mundo de esa forma. Y, el ginecólogo le recetó cápsulas de antirretrovirales desde la decimocuarta semana de gestación a la mamá, para que disminuya su carga viral.
Tres horas antes del parto le suministraron medicinas por vía intravenosa. Luego del nacimiento, al niño le dieron jarabes profilácticos por seis semanas. Si se cumple esta metodología -precisa Moya- los riesgos de infección se reducen del 45% al 2%.
Otra medida preventiva es que las madres con VIH no den de lactar a sus pequeños, acota Jara. La razón: el virus ha sido encontrado en el 70% de las leches maternas recogidas entre 0 y 4 días después del parto. Y el 50% en las de 6 a 12 meses, según estudios internacionales.
El riesgo de contagio es proporcional a la carga viral. Por eso, en los centros de salud se prohíbe a las madres que alimenten a sus hijos de esa forma. Para suplirlo, se les entrega sucedáneos de leche materna.
Según el MSP, 965 bebés de madres con VIH fueron alimentados de esa manera en el 2015 y 2016. Durante 18 meses, ellos reciben sus raciones.