‘Hay alguien en casa’ fue una de las últimas obras de la Compañía Nacional de Danza. Foto: Archivo/El Comercio
En seis meses de pandemia, la creación y la divulgación de la danza en Quito dieron un giro de 180 grados. Bailarines y directores dejaron de lado el trabajo que estaba planificado para este año y comenzaron a adaptarse al uso de nuevas tecnologías. Dos de las grandes apuestas son la videodanza y la organización y participación en festivales en línea.
Antes de la pandemia, el objetivo del festival A Cielo Abierto era convocar a la gente, a plazas y calles de la ciudad, para que disfruten de obras de danza contemporánea. Para la edición de este año, que comenzará mañana, el reto es lograr que el público se enganche con las propuestas de videodanza que presentarán grupos de Brasil, España, Colombia, Chile y Ecuador.
Fernando Cruz, director del festival, cuenta que hace unos meses dudaron en organizar la VII edición por el temor de perder su esencia, pero finalmente decidieron celebrarla en línea porque se dieron cuenta de que las redes sociales, uno de los canales por los que presentarán la programación del evento, se han convertido “en una nueva especie de espacio público”.
Para Jorge Alcolea, director de El pez dorado, uno de los grupos de danza independiente que hay en la ciudad, al inicio de la pandemia la transición al mundo de la videodanza fue compleja porque la mayoría de bailarines y directores no estaban relacionados con este tipo de obras audiovisuales.
De la primera exploración del grupo, en este formato, apareció ‘Recepción Lunar’. La obra, un archivo audiovisual del confinamiento que será parte del festival mexicano Movimiento en Movimiento, es el resultado de las inquietudes que tuvo el grupo en relación a cómo sería su trabajo durante el tiempo que no se podrían ver físicamente.
“Sin duda, la pandemia ha traído crisis económica al sector, pero también la oportunidad de experimentar nuevas coreografías en este formato. La videodanza dejó de ser un trabajo de unos pocos para convertirse en un nuevo campo de exploración para todo el sector”, dice Alcolea.
Otro de los grupos que ha explorado el mundo de la videodanza en estos meses es el elenco de 16 bailarines que forman parte de la Compañía Nacional de Danza del Ecuador (CND). Al inicio de la pandemia, cada uno trabajó, de manera independiente, las posibilidades de este formato y, posteriormente, tuvieron un laboratorio grupal de creación con Esteban Donoso.
Su incursión en la videodanza comenzó con el remontaje de ‘La consagración de la primavera’. A esta obra se ha sumado la creación y presentación, a través de sus redes sociales y canales virtuales, de obras como ‘Cúmulo’, dirigida por Vilmedis Cobas, ‘La mesa’, a cargo de Zully Guamán y Luis Cifuentes, ‘Poéticas entre el espejo y yo’, de Sisa Madrid, y ‘Móvil Intangible’, dirigida por Talía Falconí.
En un año regular, el elenco de la Compañía estaba acostumbrado a realizar un promedio de 80 funciones a escala nacional. Josie Cáceres, directora de la CND, asegura que gracias a la videodanza han logrado llegar a públicos de todo del país. “A más del trabajo con el Ministerio de Cultura, hemos realizado varias alianzas con diferentes municipios que nos han abierto sus canales para presentar nuestras obras”.
A criterio de Marcela Correa, profesora de artes escénicas de la Universidad San Francisco de Quito, los retos de los bailarines y directores en relación a la videodanza son duros porque cada uno no solo tiene que hacer su propio entrenamiento y propuesta corporal, sino esperar hasta que alguien vea el video. “Antes la respuesta era inmediata”, señala la académica.