El sismo que asoló a las provincias costeñas, el sábado 16 de abril, también desató una infinidad de réplicas de otro cariz, que colapsaron las redes sociales: los remedios y las soluciones para diseñar y levantar edificaciones que resistan los sismos más severos.
En ese enjambre de propuestas hay proyectos serios y bien fundamentados. Algunos de ellos han sido probados con eficacia en eventos parecidos al sucedido en nuestro país; otros muestran cálculos estructurales y diseños muy serios y documentados, que permiten visualizar construcciones resistentes y flexibles.
La guadúa y otras clases de bambúes se han robado la escena y se han convertido en las vedettes de los materiales; mejor dicho, en el ‘material’ por excelencia.
Esa fama es muy bien ganada, desde luego. No obstante, este producto, llamado ‘acero vegetal’ por sus características físico constructivas, solo se puede usar en edificaciones de pocas plantas; para los grandes edificios y rascacielos los sistemas más idóneos son, todavía, los que utilizan el hormigón armado o el acero estructural.
Es más, el bambú gigante (dendrocalamus asper) y la guadúa angustifolia, los más cultivados en el Ecuador, tienen un ligero problema constructivo: no se fusionan bien con los morteros y hormigones de cemento, por lo que no pueden usarse como reemplazo de las varillas de acero en columnas y vigas, por ejemplo.
Todos los experimentos realizados para lograr la unión total entre estos dos elementos no han logrado el 100% de éxito todavía.
Por lo que se ha observado, otros sistemas y materiales que resistieron el embate de la tierra fueron las maderas, el poliestireno expandido con varilla electrosoldada, la quincha (latillas de caña revocadas de mortero)…