Andreu Veà y Neil Harbisson, cerca del cielo de Quito

Quito se puede resumir en dos colores: amarillo y azul, poco saturados, tenues. Esta es la visión de Neil Harbisson tiene de la capital ecuatoriana. Neil, cyborg sonocromático y artista visual, ha recorrido durante su vida varias capitales del mundo, y durante sus viajes, ha detectado colores que suenan gracias a su eyeborg. Y cada ciudad resuena de forma diferente.

Cuando Neil comenzó a estudiar arte, consiguió permiso para realizar sus trabajos en blanco y negro. Sus obras principalmente se realizaban en carboncillo. En el 2003, tras asistir a una conferencia sobre extensiones sensoriales cibernéticas dictada por Adam Montandon, Neil le contó a Adam que él tenía acromatopsia, y le indicó que le interesó mucho su área de trabajo. Ambos trabajaron en conjunto para desarrollar un dispositivo que le permitiera a Neil percibir los colores. Ese fue el nacimiento del Eyeborg.

Desde el 2007, Neil quiso viajar por diferentes capitales del mundo para descubrir sus colores. Con su Eyeborg, el escaneó cada ciudad y llegó a la conclusión de que cada ciudad puede ser definida por sus dos tonos dominantes. Mónaco es azul celeste y rosado salmón; Andorra es verde oscuro y fucsia.

En Quito, tras las conferencias dictadas en el Campus Party, Neil y Andreu Veà decidieron conocer la ciudad.

El punto de partida para su aventura: el Teleférico

La primera impresión de ambos en la altura de las faldas del Pichincha fue de ligero malestar; un tenue dolor de cabeza y un poco de mareo los invade, producto del cambio rápido en la presión atmosférica. Han pasado de los 2 800 metros de altitud de Quito han pasado a los 4 100 metros en aproximadamente 10 minutos. Un caramelo de coca, con su sabor entre dulce y amargo, ayuda a calmar pronto el malestar.

Desde lo alto, Neil tuvo una mejor perspectiva de la ciudad. Los dos colores dominantes del Distrito Metropolitano provienen principalmente de la piedra y del concreto. “Lo que ustedes llaman gris, es realmente un azul poco saturado” asegura Neil. También afirma que Quito, como ciudad de sol, suena casualmente en tono de sol.

La conversación entre Neil y Andreu fluye en catalán; ambos se conocieron hace 7 meses en el Campus Party de Colombia, pero hoy conversan como si se conocieran de toda la vida.

Andreu es Doctor Ingeniero en Telecomunicaciones con especialidad en Internet e Ingeniero Superior en Electrónica. Además es Máster en Tratamiento Digital de la Señal y la Información y Máster en Gestión de Tecnologías de la Información por la Universitat Ramon Llull de Barcelona.

Durante el Campus Party de Quito, Andreu dio una conferencia acerca del Internet y la evolución de la comunicación.

Andreu logra mezclar en un equilibrio mágico la inteligencia y experiencia de un veterano y la inocencia y candidez de un niño.

En la altura, Andreu y Neil deciden hacer una sesión de SuperTram. Andreu explica el concepto: “cuando uno está muy feliz o alegre por alguna situación, salta o abre los brazos. La idea es tomar una foto de esos momentos, poniendo la cámara en el piso, para lograr en la foto saltos que en realidad serían imposibles”.

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Neil también aprovechó para hacer un retrato sonoro de Andreu. “Es el retrato de mayor altura que he hecho. Esto es un récord” destaca Neil. Este retrato consiste en tomar con su cámara los detalles de un rostro y trasladarlos a la frecuencia sonora que él detecta.

¿El resultado? Una pequeña sinfonía, única para cada persona en la que Neil se ha fijado.

Neil también indica que en el Pichincha había detectado un color que nunca antes había visto en el mundo. Es el color de la paja de páramo. “Es entre dorado y amarillo, un tono cercano al sol sostenido, hay algunos microtonos allí, pero tendría que esperar al final del día para identificarlos del todo”.

De la montaña a la biblioteca

Tras una mañana de sol y aire de montaña, Neil y Andreu visitan el Archivo Histórico Metropolitano en La Circasiana. Allí Andreu está en su elemento; luego de la tecnología, la Historia es otra de sus pasiones. Él ha estudiado la genealogía de su familia hasta 15 generaciones atrás.
Tanto Neil como Andreu tuvieron acceso a un libro que pocas personas logran ver: el acta de fundación de Quito, firmada con la rúbrica de Sebastián de Benalcázar.

Al ver la cantidad de documentos históricos almacenados en La Circasiana, Andreu sugiere a Juan Pazymiño, Cronista de la ciudad de Quito, que se contacte con Google. La compañía del buscador de Internet, indica Andreu, tiene escáneres de altísima tecnología, que permiten capturar incluso libros incunables sin estropearlos.

Andreu tiene por costumbre, en cada país que visita, escribirle una carta al presidente de ese país, indicando le que cosas podría mejorar. Cosas simples que podrían tener un impacto.

Todavía no ha pensado tolo lo que le escribirá a Rafael Correa; pero indica que seguro hay dos cosas que pondrá en la carta: la primera, es que asignen algún presupuesto para la digitalización de los libros tradicionales de la ciudad, como el acta de fundación de Quito.

La segunda sugerencia que hará al Presidente de Ecuador es que retiren el sistema de cableado aéreo de la capital.

Tercera escala: el Centro Histórico

Luego de esta visita, Neil y Andreu se dirigen al museo Casa del Alabado. Allí se muestran piezas monolíticas de arte, vasijas y herramientas del año 4 000 antes de Cristo.

La historia le suena a Neil un poco más grave; un cuarto de tono, entre Fa y Sol. Sin embargo, el nota que hay poca diferencia entre la cromática que Ecuador tenía hace 6 000 años y la actual gama de colores de la capital.

Andreu toma fotos a mucha de las figuras de arte histórico, y está gratamente admirado por el museo, donde pregunta si el material está disponible en Internet, para poder hacer una revisión de la historia del país con mayor profundidad.

Figuras de la cultura Valdivia, del año 4000 antes de Cristo, figuras incluso anteriores a las pirámides, pasando por la cultura Chorrera y el imperio Inca.

La parada final del paseo por la ciudad: la Iglesia de La Compañía. Neil destaca que en este sitio donde solo suena una nota, solo suena un Sol, y todo el lugar está rodeado del color oro. Curiosamente, el arte antiguo y el arte moderno se ven muy distintos, pero suenan muy parecido; usan el mismo tono.

Neil se lleva una impresión positiva de Quito; asegura que es “una ciudad muy especial, con una energía muy positiva, con este color constante que es un sol sostenido, a veces sol bemol, en un tono amarillo combinado con unos tonos azules”.

“El Centro Histórico es fantástico, la gente que hay, el ambiente, el movimiento, es un centro es muy vivo. Hay lugares donde los centros históricos están muy... no hay nada, acá hay mucha vida y mucho color” concluye Neil.

“Me gustaría mucho poder volver, y además conocer más del país, porque hay mucho contraste, y sería interesante experimentar lo que es la costa y las diferentes ciudades”.

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