Cecilia Suárez, Sheryl Rubio, Verónica Castro, Lucas Velázquez, Aislinn Derbez y Arturo Ríos. Foto oficial de la serie
Netflix lo está cambiando todo y ahora hasta tiene el poder de resucitar carreras. Que lo diga Winona Ryder. También Luis Miguel, que goza de una renovada popularidad y canta en salas abarrotadas tras su serie biográfica.
Ahora es el turno de Verónica Castro, reina de las telenovelas mexicanas, de las de antes, que en 1979 conquistó al público de medio planeta, Unión Soviética incluida, con ‘Los ricos también lloran’ y que ahora, con 65 años, es el máximo foco de atracción de ‘La casa de las flores’, un éxito instantáneo. Es la comidilla.
Hace tiempo que la actriz quedó relegada en la conciencia de la gente como ‘la madre de Cristian Castro’, sobre todo luego de que en el 2009 apareció por última vez en una telenovela, interpretando un papel breve y sin gracia de ‘Los exitosos Pérez’, un producto con menos gracia todavía y que reflejaba la decadencia de las telenovelas mexicanas, resignadas a vampirizar guiones de Colombia y Argentina y convertirse en parodias.
La Castro ha recuperado protagonismo y la prensa no deja de entrevistarla, de reseñar sus trabajos anteriores ni de recordar su legendaria pugna con Lucía Méndez por la supremacía de los culebrones, cuando las protagonistas, pobres pero bellas, sufrían desdichas para al final quedarse con el galán. Si Castro era Yolanda Luján, Méndez era la Colorina.
La presencia de Castro otorga a ‘La casa de las flores’ un atractivo especial y la oportunidad de ganar prensa por el retorno de una Diva, con mayúscula, ya que su papel como matriarca de una florería es un acierto. Pero no es lo más importante de esta serie, que intenta devolver a México el lustre de las telenovelas setenteras de ese país pero reflejando las preocupaciones de ahora.
La historia, escrita y dirigida por Manolo Caro, desarrolla el conflicto de una familia que guardia rabiosamente las apariencias para proteger su prestigio social. En clave de comedia, pero con elegantes transiciones al drama, y rehuyendo de la parodia, Caro sazona el relato con asuntos como la marihuana (¿para qué negar que los jóvenes la fuman?), los problemas de dinero, guiños a la cultura pop y giros estrambóticos.
Otros ingredientes que han generado conversaciones son la inclusión de personajes homosexuales, el alto oficio del elenco (está Cecilia Suárez, que aplica a su voz un tono tan particular que ya es materia de memes) y las canciones, como Nuestra canción, de Monsieur Perine, muy pertinente con ese verso que dice “Con flores te llevaste mi tristeza”.
Lo que sí rompe totalmente con la telenovela de antaño es que los capítulos son apenas 13 (‘Los ricos también lloran’ tuvo 248). Es Netflix, al final.