Valdivia cambió su identidad alfarera por la zapatería

Una réplica de la Venus de Valdivia, de cuatro metros, da  la bienvenida a la comuna de Santa Elena (izq.). Los habitantes también se dedican a la actividad pesquer

Una réplica de la Venus de Valdivia, de cuatro metros, da la bienvenida a la comuna de Santa Elena (izq.). Los habitantes también se dedican a la actividad pesquer

Una réplica de la Venus de Valdivia, de cuatro metros, da la bienvenida a la comuna de Santa Elena (izq.). Los habitantes también se dedican a la actividad pesquera. Foto: Mario Faustos / el comercio

La comuna Valdivia, en la provincia de Santa Elena, guarda pocos vestigios del legado alfarero de su cultura ancestral. La migración, la falta de recursos y la modernización obligaron a que los pobladores cambiaran su actividad productiva. Ahora la mayoría de ellos se dedica a la zapatería.

El pueblo, ubicado a 30 minutos hacia el norte de Salinas, tomó su nombre de la cultura Valdivia, que se asentó en la costa ecuatoriana entre los años 3500 y 1800 a. C. Ellos se especializaron en el trabajo en piedra y arcilla.

La Venus de Valdivia es su obra más representativa. La escultura de una mujer, como símbolo de fertilidad, los ubica en el mapa cultural de América. Actualmente, una réplica de cuatro metros de esa figura da la bienvenida a la comuna.

Ubicada junto al mar, la comuna ancestral se extiende en un área de 1 572 hectáreas de terreno, a 162 kilómetros de Guayaquil. Tienen escuelas, colegios, un centro médico, un acuario… para uso de sus cerca de 7 000 habitantes.

Uno de los pocos alfareros que queda es Walter Aquino, pero él cerró su tienda de artesanías. Dejó el negocio hace un año, por la evolución de la actividad comercial en la localidad. “Ya no es negocio”, contó el hombre de 70 años, que lamenta la pérdida de su identidad alfarera.

Su local, donde ahora solo queda un viejo letrero y unas cuantas vasijas, morteros y esculturas, que no pudo vender, se ubica sobre el lado derecho del carretero, en el ingreso de la comuna. Era la última tienda de artesanías que quedaba en la vía.

Atrás de la tienda está el museo comunal de la Cultura Valdivia. Allí reposan cerca de 1 900 piezas arqueológicas, descubiertas en 1956 por misiones de exploración encabezadas por Emilio Estrada Icaza.

Hay osamentas, vasijas, esculturas reales y réplicas. Rafael de la Cruz es el encargado del museo. Es el guardia, conserje, guía... En un cuaderno verde tiene escritos los datos históricos y fechas relevantes para compartir con los turistas que llegan de visita.

Cruz, a sus 67 años, fue testigo del cambio de actividad que atravesó Valdivia en el último medio siglo. Entre risas señala los talleres de zapatería que proliferaron y que ahora predominan en el sector.

No recuerda exactamente cuándo, pero cuenta que un grupo de comuneros viajó a Guayaquil donde aprendió de zapatería y llevó sus conocimientos a la comuna.

El Colegio Técnico Valdivia, ubicado en la vía Sinchán, a escasos cinco minutos del museo, fue el primero en enseñar esta actividad, para profesionalizar a los comuneros. En 1979 se graduó su primera promoción de artesanos zapateros.

En la calle Mariano Merchán, hacia el lado oeste de la comuna, hay por lo menos dos talleres en cada cuadra. Uno es de propiedad de Severo Rodríguez, quien junto a su hermano, Anthony, trabaja diez horas diarias en la confección de zapatos.

Su marca Nicole Fashion se distribuye en Guayaquil, Quevedo, Santo Domingo… Elaboran su producto dependiendo de los pedidos que tengan. Trabajan en hormas de madera y de plástico, con cuero original y sintético.

Dos cuadras más adelante está el local de Gabriel Basilio, que se especializa en sandalias para mujer. Él compra toda su materia prima en Guayaquil. Cuenta que los meses de mayor movimiento son noviembre y diciembre.

En la comuna Valdivia hay servicio eléctrico las 24 horas y el agua potable llega a las viviendas por tubería, a través de un sistema de pozos. El proyecto de potabilización y de alcantarillado aún no se concreta, según cuenta el síndico de la comuna, Bartolomé Borbor.

El dirigente conoce a fondo el movimiento comercial de la comuna. Relata que además de la zapatería, también se dedican a la pesca. Es la segunda fuente de ingresos para esta población. “El 30% de nuestra economía se basa en la actividad pesquera”.

Los pescadores salen a sus faenas a las 17:00, en grupos de hasta 12 embarcaciones. Suelen reunirse con pescadores de San Pedro -comuna aledaña- antes de salir a alta mar.

Benedicto Rodríguez, de 60 años, es dueño de una embarcación de fibra de vidrio. Mientras tejía una red, contaba que en ese sector el pescado que más se comercializa es el pampanito. Ellos llegan con sus productos en gavetas y los venden a los comerciantes mayoristas, que los llevan principalmente a los mercados de Santa Elena.

Suplementos digitales