El día de la segunda dosis hizo un pedido inusual. La química farmacéutica Elvira Marchán solicitó que se anotara el número de lote del biológico
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“Es un producto nuevo y se dice que no produce efectos secundarios; en buena hora. Pero si pasaba algo, se podría pensar que era la vacuna y podría ser falla de un lote”.
Marchán dirigió el área de Registro Sanitario del antiguo Instituto Nacional de Higiene y por su experiencia aplicó uno de los principios de la farmacovigilancia a su inmunización contra el SARS-CoV-2.
El proceso, explica, evalúa la respuesta de personas a la administración de un fármaco. Es un control de la cadena de suministro, desde que la dosis baja del avión y tras el pinchazo.
Y aquello implica revisar parámetros de temperatura y manipulación de dosis, por ejemplo, de un lote o bloque específico de fabricación, y reportes de reacciones adversas y evaluación de anticuerpos.
El término suena desde enero, cuando arrancó la vacunación en el país. Pero no queda claro cuál es el plan nacional para este seguimiento.
Cuando María Belén Mena se vacunó, preguntó qué hacer si presentaba algún síntoma severo. La respuesta que recibió la experta en Farmacología de la Universidad Central fue que no pasaría nada.
“Todas las vacunas que estamos usando han sido aprobadas por la vía de emergencia. El perfil de seguridad aún está en construcción y puede haber condiciones étnicas y medioambientales que afecten a la vacuna. No lo sabemos”.
La eficacia se conoce. Las farmacéuticas han reportado porcentajes de sus fórmulas, según ensayos clínicos en grupos delimitados. Pero la efectividad, explica, responde a la vida real, a la respuesta en poblaciones amplias y diversas.
“No es suficiente un seguimiento de 30 minutos; los efectos se podrían monitorear por 20 años. Toda reacción adversa se debe notificar para gestionar el riesgo”. De esta forma se determinaría si ocurrió por una condición específica del paciente, por la vacuna o por un lote en particular.
Mena es parte de una plataforma de control social al plan de vacunación covid-19. Desde ese frente ha identificado reacciones como problemas cardiovasculares, alteraciones en la sangre y dificultades del sistema nervioso.
Todo este registro, indica, debe manejarse desde la Agencia Nacional de Regulación, Control y Vigilancia Sanitaria (Arcsa), con reportes detallados de cuadros de fiebre pasajera hasta casos graves -como se notifica internacionalmente-, con seguimiento y atención médica.
Andrea -nombre protegido- recibió una primera dosis en marzo. En la madrugada se desvaneció, presentó signos de parálisis y fue hospitalizada. El diagnóstico fue un problema en la médula espinal.
“No se concluye que fue la vacuna. Hay que hacer más estudios y un comité de farmacovigilancia sigue mi caso. El tema es delicado, la idea no es generar temor pero sí un protocolo para estos casos”, dice.
El microbiólogo Carlos Mosquera dice que el seguimiento al proceso de vacunación debió hacerse desde la primera dosis, con el reclutamiento de grupos de mínimo 1 000 personas por cada fórmula.
Luego, con un formulario, se monitorea efectos, individualmente: fiebre, dolores, problemas estomacales y más. La toma de muestras sanguíneas es otro paso para evaluar el desarrollo de inmunidad.
“Las vacunas se producen fuera del país y hay que verificar los porcentajes de eficacia, además del efecto frente a las variantes que están surgiendo”, afirma Mosquera.
La U. Espíritu Santo (UEES) da seguimiento a 120 personas. Son médicos de clínicas privadas de Guayaquil y Samborondón, de quienes llevan una bitácora de reacciones.
“Algunos no presentan síntomas, otros tuvieron una pequeña urticaria y otros problemas estomacales tras la segunda dosis. Pero no hemos tenido nada grave”, aclara Fernando Espinoza, director del Centro de Investigaciones de la UEES.
Ahora realizan test de Elisa a quienes completaron el esquema, un análisis que repetirán 45 días después para medir el progreso de la inmunidad. “El martes se realizaron pruebas rápidas y dos de tres ya tienen anticuerpos”, indica Espinoza.
La Federación Médica Ecuatoriana también da seguimiento a la respuesta inmunológica en un grupo de especialistas de hospitales. Su presidente, Santiago Carrasco, dice que investigan la memoria inmunológica tras la vacuna.
“Gremios en Perú dicen que hay especialistas que se enfermaron (no indicó la gravedad). No son datos para alarmar sino para saber cómo debemos actuar y si será necesario aplicar dosis de refuerzo”.