No hay apuro para ir al vacacional

Un grupo de niños potencia su desarrollo intelectual en los talleres de la Escuela de Robótica Robotic Minds, ubicada en  Quito.

Un grupo de niños potencia su desarrollo intelectual en los talleres de la Escuela de Robótica Robotic Minds, ubicada en Quito.

Un grupo de niños potencia su desarrollo intelectual en los talleres de la Escuela de Robótica Robotic Minds, ubicada en Quito. Foto: Diego Pallero / EL COMERCIO

Entre ocho y 15 días les tomará a los niños y adolescentes liberarse del estrés escolar y recuperar fuerzas para iniciar una nueva experiencia en un encuentro vacacional.

Esa es la recomendación que July Ruiz, terapeuta familiar, y Peter Sanipatín, psicólogo, dan a los pacientes que visitan sus consultorios en Guayaquil y Quito, respectivamente. Ruiz argumentó que los estudiantes afrontan semanas de extrema tensión en la época de pruebas y exámenes finales. Tras el término del año lectivo, se merecen un descanso.

En ese tiempo lo ideal es pasarlo en familia, pues durante el resto del año padres e hijos viven su propia vorágine. Esos espacios, según Sanipatín, son esenciales en la formación de todo ser humano, pues estrechan lazos, crean puentes de comunicación, generan recuerdos, experiencias.

En la Encuesta de Uso del Tiempo realizada por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) se señala que las mujeres destinan el 46% de su tiempo al trabajo, mientras que los hombres un 40% y, que del tiempo libre que disponen dedican apenas una hora al día para pasar con la familia.

“Es un tiempo muy limitado. Esos espacios sirven para nutrir el alma”, dijo Ruiz. En esa fase de relajación, los estudiantes equilibrarán su estado de ánimo, pues muchos se vuelven intolerantes e irritables durante la etapa final del año lectivo.
Están tensos por las notas y por la presión que ejercen los padres.

Trascurrido ese tiempo, los niños y adolescentes están listos para involucrarse en actividades recreativas y deportivas. Paola Erazo, psicóloga en el Centro Urus, afirmó que incluso pueden iniciarse en actividades académicas, mientras la metodología sea interactiva, pues después 10 meses de estudio lo que menos quieren es seguir patrones establecidos.

Y para ese público, el mercado ofrece actualmente talleres de cocina, pintura, música, danza, fútbol, natación, ballet, atletismo, yoga, pastelería, robótica e idiomas. Aprender kichwa, inglés, italiano, francés y hasta alemán les resultará divertido con la metodología y guía adecuada.

El objetivo de involucrar a los hijos en ese tipo de actividades es mantenerlos ocupados, activos y ayudarlos a desarrollar otro tipo de destrezas.  También, son útiles para mantener horarios pues, aunque estén en vacaciones, los niños y adolescente deben cumplir con ciertas normas: cambiarse de ropa, desayunar, bañarse. “Caso contrario el inicio del año lectivo se vuelve una pesadilla”, contó Erazo.

De acuerdo con los especialistas, los cursos vacacionales deben seleccionarse en función de los gustos de los hijos, pues los cursos impuestos generan rechazo. Deberían iniciarse en un horario flexible: a partir de las 08:00, por ejemplo. Así el niño o adolescente puede sumar más horas de sueño, desayunar y vestirse con tranquilidad.

Los vacacionales deben copar julio y agosto, pues además de ayudarles a pulir y desarrollar destrezas, también los aleja de la Internet, una herramienta que, si es utilizada por mucho tiempo y sin la guía de un adulto, puede interferir en la comunicación y en la salud visual y mental de los chicos.

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