Durante los últimos meses, la Universidad Central ha tenido que enfrentar una escasez de profesores debido a la salida de unos 300 docentes en febrero pasado. La edad, la jubilación complementaria y los requisitos académicos para poder dar clases son los factores que motivaron la masiva renuncia, según Fernando Sempértegui, rector de este centro universitario desde el pasado 7 de abril.
La normativa educativa dispuso que los maestros de más de 70 años ya no podían dar clases. Además, los que tenían menos edad debían poseer una maestría, que acredite el cuarto nivel de instrucción.
A más de ello, con el Reglamento de Carrera y Escalafón del Profesor del Sistema de Educación Superior se definieron algunos requisitos para los maestros y el nuevo perfil que deben cumplir, según el tipo de contrato que mantienen. Así, hay dos tipos de catedráticos: los titulares y los no titulares.
Para los primeros existen al menos 10 requisitos para que puedan ejercer la docencia. Estos se enfocan en su formación de maestría y PhD, la experiencia que tienen y su participación en investigación científica.
Mientras que para quienes deseen ser profesores honorarios las condiciones son menos exigentes. Ellos deberán ser jubilados, tener título de cuarto nivel y haber superado al menos una de las dos últimas evaluaciones estatales de desempeño académico.
Estas exigencias, más allá de que buscan mejorar la calidad educativa y el nivel de los futuros profesionales, han complicado la contratación de nuevos profesores que cumplan con los parámetros. Por ello, la crisis de personal en la Universidad Central se agravó.
Según Sempértegui, la Facultad de Ingeniería Civil fue una de las más afectadas en este proceso de cambio y mejora. De más de 100 docentes que existían, la planta quedó reducida a 11 profesores titulares.
Algo similar sucedió con Arquitectura, donde quedaron 30 maestros titulares de casi un centenar que había anteriormente. La carrera de Ingeniería en Minas y Petróleos también se quedó sin maestros. Apenas cinco profesores titulares de los 20 que eran inicialmente dictan clases a los estudiantes.
Con los cambios de normas y las evaluaciones constantes, la universidad considera que se está perdiendo la planta “antigua” de maestros, que son los más experimentados. No obstante, esto obliga a un cambio generacional, en donde los docentes estén más involucrados con las nuevas formas y mecanismos de educación.
La reducción del personal docente no es algo nuevo en la Universidad Central, pero desde hace un año la ausencia de maestros se ha hecho mucho más notoria.
Lissette Von Lippke tiene 23 años y es estudiante del séptimo semestre de Arquitectura. Ella dice que desde el 2010, cuando ingresó a la universidad, siempre hubo un semestre en el que por lo menos para una materia no tenía asignado un profesor.
Incluso, el anterior semestre no tuvo profesores en tres materias, de las siete que tomaba.
Frente a esta situación y la dificultad para encontrar profesionales que tengan títulos de cuarto nivel, la Universidad se vio obligada a adoptar medidas de emergencia para enfrentar la crisis. Entre ellas, incrementar el tiempo de trabajo de los profesores titulares que se quedaron y buscar ayuda en centros académicos de tercer nivel internacionales.
Con la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) se firmó un acuerdo para traer a ocho catedráticos, quienes ya están dando clases a los estudiantes de pregrado. Con esta plantilla docente está previsto que se concluya este semestre (agosto).
Para el siguiente año, entre enero y febrero, está previsto que lleguen al país 28 profesores extranjeros más. Esto, porque para septiembre se espera que se retiren otros 300 docentes, por los mismos motivos.
La Universidad Central cuenta actualmente con 1 405 docentes titulares de planta; 624 trabajan bajo la modalidad de contrato.
Para evitar que los alumnos se vean perjudicados por no recibir clases, se definió que las materias que requieran el apoyo de los profesores extranjeros se las impartan en cursos intensivos durante los meses de enero y febrero.
Para los alumnos estos cambios también han tenido cierto impacto. No solo porque tengan maestros extranjeros, sino también porque son nuevas formas de enseñanza.
Andrea Aysalia, estudiante de Arquitectura, cuenta que sus anteriores profesores tenían más experiencia en la materia y en el trato con los alumnos; sin embargo, ahora trata de acoplarse a la transición.
A más de estos acuerdos, la Universidad tiene un plan B. En julio se realizará una convocatoria pública a un concurso de merecimientos y oposición para llenar las vacantes.