Matilda y Luciana
Matilda tiene su propia cama, se acuesta en ella pero espera a que la familia se duerma para levantarse y, a escondidas, meterse en el dormitorio de Luciana. Fotos: Julio Estrella / EL COMERCIO
La relación que existe entre un perro y su dueño es muy fuerte. Los lazos se estrechan todos los días, con la convivencia. Una salida al parque, la hora de comer o de jugar son los momentos perfectos para esos encuentros.
Sin embargo, el sueño es el punto máximo de conexión.
En ese momento de abandono y relajamiento de dueños y mascotas se crea un espacio de confianza que hace más intensa su relación cotidiana.
Esta serie fotográfica muestra ese instante único, en donde ambos, perro y dueño, comparten sin poses el descanso.
Durante seis meses retraté las noches de ocho personas y sus mascotas mientras dormían. Fueron muchas horas de espera hasta que cayeran en un sueño profundo para poder captar la imagen más natural de esta convivencia.
Utilicé un plano picado, para evidenciar la escena completa, tratando de no hacer ningún ruido para que los retratados no despertaran.
Negrita y ariana
Cuando tiene calor, Negrita duerme sobre las cobijas, pero cuando no, espera a que Ariana las levante para meterse y ser cobijada. Negrita tiene 8 años.
Dormir es un momento muy íntimo, y muchos lo comparten con sus mascotas. Durante seis meses, el fotógrafo captó esta convivencia natural.
Samay, Sebastián y Daniela
Hasta que sus dueños no van a la cama, Samay -rescatada hace dos años de un basurero- no se duerme. Cuando madrugan, Samay prefiere seguir durmiendo.
Coffe, Harvey, Carlos y Gloria
De sus ocho perros, dos son privilegiados. Harvey es ciego y tiene 11 años, lo adoptaron hace tres; Coffe tiene una pata rota. Duermen a las 23:00, cuando Gloria llega.
Manolo y Yadira
Manolo tiene su propia cama, al pie de la de sus dueños. Pero cuando Yadira duerme sola, él aprovecha para hacerle compañía en la misma cama.