Con cinco años dejó atrás un país en guerra y tuvo que pasar su infancia escondido en Irán, cosiendo junto a su padre. Ahora, a sus 26, Sami Nouri muestra en París sus primeras colecciones de moda tras haber trabajado codo a codo con Jean-Paul Gaultier o John Galliano.
Es una historia de éxito pero, sobre todo, de superación. Nouri (Afganistán, 1996) tuvo que escapar con su familia de los talibanes, que habían asesinado a su hermano mayor y torturado a su padre.
Tras pasar años escondidos en Irán, el pequeño empezó a ayudar a su padre en la confección de prendas, el trabajo familiar, para mantener a su familia, que, cuando él tenía 14 años, emprendió un nuevo viaje hacia Europa. Pero solo Nouri consiguió llegar a Francia.
Un sueño posible
La publicación de su historia, ‘La máquina de coser: De la guerra de Afganistán a los desfiles de Alta Costura’, ha atraído la atención de un nuevo público que comprueba atónito el ímpetu que permitió a un chico aislado que ni siquiera hablaba francés hacerse un hueco en los talleres más cotizados de la moda parisina.
A su llegada a la ciudad de Tours, vía tradicional en las visitas de los famosos castillos del Loira, el joven refugiado fue sorteando malas experiencias en centros de acogida donde, según cuenta en su libro, el ambiente no era muy saludable, por las dificultades que enfrentaban menores aislados y a menudo violentos.
El buen carácter de Nouri, cuya historia ha interesado también a productores de cine que preparan una película sobre su vida, le ayudó a hacerse querer por los gestores del centro, que se dieron cuenta de que el chico tenía un don para usar la máquina de coser.
Más de un año después de su llegada pudo localizar a su madre que había llegado a otra ciudad de Francia con su hermana pequeña. Al intentar atravesar Turquía, la familia había sido enviada de vuelta a Afganistán y su padre desapareció tras ser detenido por los talibanes.
“Se quedaba con nosotros los fines de semana, porque si no tenía que quedarse solo en el centro con otros adolescentes que eran muy difíciles. Sami, con este sueño de costura en un medio tan violento, recibía amenazas cada día”, cuenta Georges-Antoine Strauch, en las bambalinas del desfile que Nouri celebró este domingo 2 de octubre en París.
Marca propia
Desde hace tres años, Nouri intenta sacar adelante su marca con la que el domingo desfiló en un evento paralelo a la Semana de la Moda de París, en un restaurante situado en el Puente de Alejandro III.
En la pasarela hubo muselinas y organzas con transparencias, corsés, pantalones ajustados y vestidos de princesa. Todo como un mensaje de apoyo a los manifestantes que retan al poder en Irán.