Los cuencanos Andrés Córdova y Santiago Medina pescaron en la laguna Las Unidas. Foto: Xavier Caivinagua/ El Comercio
En Cuenca hay lugares ideales para caminar, acampar y practicar pesca deportiva, sin ir lejos. El Parque Nacional Cajas, que está a 35 kilómetros de la ciudad, ofrece las tres alternativas.
Sus 32 000 hectáreas constituyen un escenario único por la biodiversidad de su flora y fauna, y más de 230 lagunas. A diario, los turistas nacionales y extranjeros recorren las 11 rutas definidas en recorridos que duran entre una hora y dos días.
Las rutas más usadas son Llaviuco, Tres Cruces y La Toreadora. En la última, los estadounidenses Shaheem Valentin, Michael Allinger, Gabrielle Evans, June Futterman, Violeta Curel, Kathryn Capodanno, Madelyn Simons y Austin McColough demoraron dos horas en atravesar.
Estuvieron acompañadas del guía de Expediciones Apullacta, Milton Chiqui. Escogieron el tour completo de dos días, que incluye la caminata por dos rutas, acampada en el páramo y pesca deportiva. Esta opción es válida cuando no llueve o no hay heladas.
Antes de iniciar el recorrido, Chiqui explicó cómo se formó la reserva, su importancia, el uso y las políticas de cuidado. La caminata empezó en el sector de Tres Cruces, a 3 800 metros sobre el nivel del mar.
Los visitantes se emocionaron cuando 12 alpacas y un conejo de monte aparecieron muy cerca. “Esto me encanta”, dijo Violeta Curel. El viaje siguió hasta la entrada a La Toreadora y desde ese lugar una caminata por el bosque herbáceo donde el aroma de la flor de la valeriana predomina en el ambiente.
El día era soleado y mientras avanzaban aparecían más turistas que recorrían el bosque y subían por las pequeñas elevaciones. Otros se dedicaban a pescar en las lagunas, fotografiaban el paisaje o descansaban recostados en un peñasco.
El guía naturalista Wilson Ávila también recorrió la ruta de La Toreadora con siete extranjeros. Antes de iniciar, él evalúa a las personas por su edad y durante los primeros cinco minutos de caminata. “Si alguien está muy agitado avanzo lento”.
A los visitantes les emociona pasar por el bosque de polylepis, las lagunas, los riachuelos, los caminos fangosos y cruzar por el agua. Por lo general, esta ruta se efectúa con tres descansos de 10 minutos cada uno, que son aprovechados para servirse algún refrigerio.
Pasado el mediodía, Chiqui llegó con sus turistas al punto final, una especie de planicie para acampar. Armaron cinco carpas, que les tomó más de una hora. A las mujeres les encargaron recolectar leña para una fogata controlada en la noche.
En esta época del año, la temperatura desciende hasta los dos grados bajo cero en las madrugadas. Desde la medianoche hasta las 06:00 se dan las mejores condiciones para pescar, porque no hay ruido de personas ni del transporte pesado, que atraviesa por la vía principal Cuenca-Molleturo, que está muy cerca.
Se duerme poco, dice Austin McColough. “En la madrugada y al amanecer se aprovecha para mirar el cielo, escuchar los sonidos de las aves… El viento sopla fuerte y se siente la presencia de animales que no vemos. Es pura adrenalina”.