Tsáchilas reciben el nuevo año con la fiesta Kasama

Los tsáchilas dejan a punto los productos, accesorios y herramientas que utilizarán para celebrar su tradicional fiesta del Kasama. Foto: EL COMERCIO

Los tsáchilas dejan a punto los productos, accesorios y herramientas que utilizarán para celebrar su tradicional fiesta del Kasama. Foto: EL COMERCIO

Los tsáchilas dejan a punto los productos, accesorios y herramientas que utilizarán para celebrar su tradicional fiesta del Kasama. Foto: EL COMERCIO

La fiesta del Kasama, de los tsáchilas de Santo Domingo, es la mayor celebración tradicional de esta nacionalidad indígena de la Costa. Su traducción en la lengua tsáfiki significa nuevo día o nuevo amanecer y este año se la celebrará con un enfoque que le apuesta más al turismo. En noviembre pasado cuando las cámaras de turismo del país se reunieron en la provincia tsáchila pactaron difundir esta efeméride ancestral.

Lizardo Suárez, titular de la Cámara en Santo Domingo, señala que el Kasama reúne todas las condiciones necesarias para el turista que desea vivir una experiencia fuera de lo común. Por ejemplo, con la toma del ayahuasca y los rituales chamánicos dentro del bosque y al margen de los ríos, “se incentiva al viajero a sentir un momento de adrenalina fuera de serie”, dice Suárez.

Para estos festejos se espera que lleguen alrededor de 5 000 turistas de todo el país. La celebración tiene su connotación por reunir todas las costumbres y tradiciones en un solo acto que se extiende desde el 5 al 7 de abril. Música, danza, juegos ancestrales y la degustación de comida típica acompañan cada acto.

Estos se realizan en las siete comunas tsáchilas: Chigüilpe, Otongo Mapalí, Peripa, Poste, Colorados del Búa, Cóngoma y Naranjos. El gobernador de la etnia, Javier Aguavil, refiere que el Kasama se recuerda el 7 de abril. Entonces, por la madrugada se celebra una danza con la llegada del alba.

Esa fecha coincide con el Día de Gloria de la iglesia Católica. Para Aguavil, el Kasama y el Día de Gloria, tienen el mismo objetivo: la resurrección del amor. En la programación de este año se tiene previsto organizar una feria turística. Allí los tsáchilas exhibirán sus artesanías y demostrarán cómo se ejerce el chamanismo en sus comunas.

“Queremos que la gente conozca nuestra forma de vida y el porqué nos sentimos orgullosos de ser tsáchilas”, aseguró Albertina Calazacón, líder de la empresa comunitaria Tolón Pelé. También se ha programado la elección de la Mon Sona Tsáchila (reina Tsáchila). Siete representantes de cada comuna desfilarán con la vestimenta típica. Se trata de las faldas con rayas rojas, blancas, azules, amarillas y verdes; una tela en el cabello, de diferentes colores, que se amarra en el cuello junto a collares azules y rojos.

En el Kasama además se rendirá un homenaje a los ancianos de las comunidades tsáchilas. Por estos días los nativos ponen a punto el mishilí (corona de algodón que se usa en los rituales) y el concurso del equilibrio. La ocasión servirá para evocar la historia del Kasama.

La tradición nació hace aproximadamente 500 años. En la década de 1530, un brote de fiebre amarilla en la región hizo que la fiesta dejara de organizarse y que perdiera fuerza. Pero en 1961, el entonces gobernador Abraham Calazacón la retomó para agradecer a los dioses. En especial por la concesión de los terrenos que ocupaban hoy.

También aprovechaban la celebración para pedir la mano de una mujer. Uno de los juegos más esperados por los antepasados eran las peleas. Se enfrentaban por familias. La ganadora conseguía el respeto de la nacionalidad. Una noche antes de la fiesta Kasama, los tsáchilas celebraban un ritual de purificación. En la mañana se bañaban en el río.

Según el exgobernador tsáchila, Héctor Aguavil, hace 200 años había un sitio sagrado para la conmemoración del Kasama, que era en la comuna San Miguel conocida como la Pam pá.

Esta celebración reúne todos los elementos que tiene el pueblo tsáchila. Esta vez se espera que lleguen miles de turistas a participar.

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