Las mujeres tsáchilas tejen la lana en los antiguos telares de la etnia. Foto: Juan Carlos Pérez/ Para EL COMERCIO
Los tsáchilas diseñaron una ruta ancestral para que fuera de su entorno se conozcan sus tradiciones y costumbres.
Se trata de 14 sitios ubicados estratégicamente dentro de
las siete comunas en las que los nativos, a través de la tradición oral, cuentan sus orígenes, formas de liderazgo, gastronomía y su adaptación con la civilización mestiza.
Se los conoce como centros comunitarios y cada uno tiene un nombre que está adaptado a los elementos de los bosques en la provincia de Santo Domingo de los Tsáchilas.
El gobernador de la etnia, Javier Aguavil, asegura que la idea de la ruta surgió hace seis años, cuando notaron que el ingreso de turistas se incrementaba. A los canadienses, estadounidenses, españoles, venezolanos… se les dificultaba llegar a las comunas por falta de información.
Por eso se puso en marcha un proyecto de señalética, que contó el apoyo de la Prefectura y del Ministerio de Turismo.
En las vías para ingresar a las comunas hay letreros con nombres escritos en el idioma tsáfiqui como Seke Sonachun (Buen Vivir), Pemaka Napi (Vertientes de Agua), Dutenka (Corazón de la mona), Suyun (Arcoíris), Shinopi (Río), Tolón pelé (Árbol milenario) etc.
Esos son los nombres de los centros comunitarios que están plasmados en rótulos de madera y en pancartas de lona.
Jelle Ooms es de Bélgica y amigo de Budy Calazacón, líder del centro Seke Sonachun, en la comuna Chigüilpe.
Hace unos años, el turista pernoctó en ese lugar y supo cómo el gobernador vitalicio de los tsáchilas, Abraham Calazacón, hizo acercamientos con los mestizos y extranjeros para entablar los primeros contactos, que en un inicio fueron comerciales.
Pero también tuvo tiempo para probar la bebida de ayahuasca y entrar en contacto con el mundo alucinante en el que creen los aborígenes de Santo Domingo, según lo cuenta en Facebook.
En cada comuna hay por lo menos dos centros comunitarios.
Están en Mapalí, El Poste, Colorados del Búa, Naranjos, Peripa, Cóngoma y en Chigüilpe. Esta última comuna es la más próxima a Santo Domingo, pues se encuentra a menos de 10 kilómetros de la ciudad, en la vía a Quevedo.
Las demás se ubican entre los 16 y 32 km de la urbe.
En Chigüilpe está el museo tsáchila, que es uno de los atractivos más importantes.
Es una muestra viviente de cada una de las actividades que realiza la nacionalidad donde se dan a conocer sus utensilios, prendas de vestir e instrumentos musicales de una forma interactiva con los turistas. La información consta en un rótulo de madera.
Albertina Calazacón dirige la empresa comunitaria Tolón Pelé. Esta se encarga de preparar los programas y las actividades para que los turistas puedan estar en contacto directo con la naturaleza.
Una limpia con montes medicinales, un baile ancestral al ritmo de la marimba y recorridos por los senderos son las opciones que se ofrecen.
Willian Aguavil, uno de los coordinadores de la fiesta tradicional kasama, recuerda que hace 10 años eran esporádicas las visitas a las comunas.
Ahora, en un mes, llegan hasta 500 visitantes de todo el país.
Incluso, las agencias de viajes incluyen en sus ofertas recorridos a los territorios de la nacionalidad tsáchila.
La ruta ancestral no solo es simbólica para este pueblo.
Hoy en día es una de las fuentes de ingreso más importantes para las familias, refiere el gobernador Javier Aguavil.
Le siguen las ventas de productos como la piña, el cacao, plátano, naranjas y artesanías. “Aunque todos los miembros de la nacionalidad están involucrados (1 800), lo importante es que fue una forma de activar nuevos emprendimientos”, comenta Aguavil.
A cada familia le quedan ingresos por alrededor de los USD 100 en una semana. Pero los tsáchilas dicen que aún falta apoyo de las instituciones públicas para que sus emprendimientos se fortalezcan.
Ellos piden que las calles y caminos para ingresar a las comunas sean mejorados. Según la viceprefecta, Andrea Maldonado, se cuenta un presupuesto de USD 300 000 para atender 80 kilómetros de vías hacia esos territorios.
El año pasado, las obras quedaron en suspenso por la falta de empresas que las ejecuten.
La Prefectura de Santo Domingo ingresó el proceso de licitación de los trabajos al portal de compras públicas, pero no se presentaron oferentes y los trabajos quedaron pendientes.
El proceso se está retomando para reanudarlo.