La Semana Santa combina rituales religiosos y tradicionales en el cantón Saraguro, ubicado en el norte de Loja. Foto: Cortesía viajesvistalsur.com
Cada Domingo de Resurrección, el incesante sonido de los tambores alerta la presencia de los dos trompeteros, en el cantón lojano de Saraguro. Ese día, estos personajes, que esconden su rostro en una colorida máscara, dirigen todos los rituales indígenas.
En este cantón lojano, ubicado en el norte de la provincia de Loja, la Semana Santa tiene un sincretismo cultural-religioso. Los indígenas recuerdan la pasión, muerte y resurrección de Jesús y el inicio de la nueva temporada de la cosecha de granos.
Esta celebración empezó en la víspera del Domingo de Ramos, con la denominada Mama Supa-lata, que es un ritual de agradecimiento a la Pacha Mama por las primeras cosechas de granos tiernos.
Desde entonces, el alumbrador, quien es el prioste principal, ha cumplido ceremonias de adoración a la cruz en su vivienda y en la iglesia Matriz.
Ahora, los habitantes esperan con expectativa el Domingo de Gloria. Ese día, el trompetero será parte de las actividades, imponiéndose con su presencia al resto de personajes como los guiadores, síndico, muñidoras, montachidores, batidores, entre otros.
Las actividades empezarán a las 04:00 del domingo próximo, en la vivienda del prioste, Julio Macas, ubicada en la comunidad de Ilincho.
Allí, el alumbrador y los trompeteros recibirán un baño ceremonial con agua caliente de congona, que es una planta medicinal nativa de este cantón indígena. Además, les trenzarán el cabello.
Cuatro horas después empezarán la procesión hasta la iglesia. Ellos estarán acompañados de los músicos y del resto de personajes.
Adelante y abriendo paso estarán Francisco Macas, trompetero mayor y su compañero Sebastián Macas, trompetero menor. Este último estará disfrazado de mujer.
Ambos vestirán el atuendo tradicional del hombre y de la mujer de Saraguro, pero sus rostros estarán cubiertos por coloridas máscaras elaboradas con lana de borrego.
Francisco Macas tiene 60 años y desde hace 12 cumple el papel de trompetero. Conoce cada ritual y lo representa con solemnidad y seriedad. Él colecciona las 12 máscaras de todas sus presentaciones, que fueron elaboradas por artesanos del cantón Saraguro.
Están decoradas por figuras como aves míticas, líneas y elementos de la naturaleza, que representan la unidad, el entendimiento, la resistencia y la energía del sol.
Aparte llevan un cinturón ancho de cuero, con apliques de símbolos de la cultura indígena y en sus manos un tambor que utilizan para dirigir cada acto. Cada sonido comunica una orden o señal para los batidores, que flamean una bandera roja gigante.
Por ejemplo, cómo y hacia dónde deben batir la bandera, en qué momento bajarla o subirla, el cambio de movimientos, las venias, entre otras indicaciones.
Los actos se cumplirán en los exteriores de la iglesia Matriz, donde se ubicarán a las imágenes de Cristo resucitado y de la Virgen María. Allí se improvisará un altar con una polea en la que viaja un niño, que representará a un ángel. Su tarea será quitarle el velo negro que cubrirá el rostro de María.
Esos rituales estarán dirigidos por los trompeteros con sonidos suaves del tambor, mientras los presentes corean: “¡Viva María!, ¡Viva María!”.
Se requiere un trabajo sincronizado, por ello ensayan con un mes de antelación, contó Darwin Japón, promotor turístico-cultural. “Ser trompetero no es solo dirigir y bailar, sino también transmitir alegría, energía positiva y fomentar esta tradición cultural”.
Durante los actos, los trompeteros también interactúan con los presentes. Por ejemplo, llevan su mano al sombrero en señal de reverencia o expresan sentimientos de rechazo o bromas, dependiendo del comportamiento de la gente. “Antes al trompetero no le daban su valor porque se dejaban de lado los protocolos”, dijo Francisco Macas.
Al término de los actos solemnes del “Viva María”, todos los personajes bailarán y regresarán en procesión hasta la casa del alumbrador, para servirse los alimentos entre todos los asistentes. Para esto se cumplen otros rituales de bailes que finalizan al anochecer.
“De las numerosas celebraciones indígenas, la de los saraguros es singular porque que reúne un importante sincretismo cultural”, dijo la azuaya Adriana Solano, quien ha presenciado parte de estos rituales.