Modelos lucieron los trajes elaborados por los estudiantes del Instituto Yavirac. Foto: José Jácome / EFE
Iglesias, diablos, espejos y soles son algunos de los elementos de las tradiciones ecuatorianas que inspiraron a un grupo de estudiantes de Diseño de Moda. ¿Con qué fin? Rescatar las fiestas ancestrales y llevarlas a la pasarela del Qhapac Ñan.
40 alumnos expusieron la semana pasada 60 diseños de su interpretación sobre tradiciones indígenas ancestrales, como el Inti Raymi (Fiesta del Sol), el Pawkar Raymi (Fiesta del Florecimiento) y otras católicas, como Corpus Christi.
“A través de la moda queremos rescatar en estos trajes nuestras fiestas, tradiciones, colores, culturas y materiales”, dice Delia Andrango, coordinadora de la carrera de Diseño de Moda en el Instituto Superior Tecnológico de Patrimonio Yavirac-Gran Colombia.
En el desfile, que celebró su cuarta edición y que por segunda vez recibió el nombre de Qhapac Ñan, alusión al sistema vial andino que conectaba varios países de la región, predominaron colores llamativos como el naranja, amarillo, verde claro, turquesa o fucsia que, según Andrango, representan la “fiesta, agradecimiento”.
Por las pasarelas se vieron, por ejemplo, un conjunto de tres piezas inspirado en la fiesta del Inti Raymi (junio).
El pantalón de mezclilla, el chaleco de mezclilla y lanilla y un corpiño de gamuza fueron acompañados con grecas, cintas de diversos colores y pedrería en reemplazo de los diminutos espejos que portan los danzantes en sus trajes.
El exterior de las iglesias del Centro Histórico de Quito, así como sus decorados interiores, fueron también decodificados para “reescribir” el patrimonio ecuatoriano puntada a puntada, pues son los propios estudiantes quienes cosen los trajes.
A sus 27 años, Ximena Angulo echó mano de los diablos para crear un abrigo inspirado en la Diablada de Píllaro, una colorida tradición que se remonta al siglo XVII y que tiene relación con el tradicional Carnaval de Oruro, en Bolivia.
La Diablada de Píllaro fue declarada Patrimonio Cultural Intangible de Ecuador el 2008 y es una de las celebraciones ancestrales más importantes de la Sierra.
Algunos historiadores también ligan esta fiesta a expresiones de resistencia contra el dominio español de las comunidades indígenas del país.
Angulo confiesa que antes de su diseño poco sabía de la Diablada, pero ahora luce orgullosa un abrigo con un tocado de cuernos y apliques alusivos a Mefistófeles.
“No podemos escoger imágenes netas de la fiesta, pero deconstruimos (decodificamos) esa imagen a través de sublimados, bordados, colores”, explica Andrango, quien opina que en temas de moda, lo tradicional no debe limitarse al traje típico sino extenderse a prendas donde aparezca interpretado el patrimonio.
Surgió así, por ejemplo, un gran abrigo plagado de capas de tela que evocan las tejas de las viviendas del centro colonial de Quito, Patrimonio Cultural de la Humanidad.
Y así, de la creatividad de los alumnos han surgido pantalones en los que se representan las cúpulas de la Catedral o los vitrales de la Basílica del Voto Nacional, el templo neogótico más grande de América.
Aunque algunos de los diseños quedan en el glamour de la pasarela, otros ya han sido comercializados, señala Andrango, que recuerda la venta de un vestido en hasta USD 400.
Dado que es difícil hablar de colecciones de invierno o verano en una ciudad como Quito, donde las dos estaciones pueden convivir en un mismo día, el Instituto Yavirac se las ha ingeniado para dividir sus trabajos en cuatro galas inspiradas en edificaciones patrimoniales, fiestas, regiones y tradiciones.