Latinoamérica busca blindarse contra el trabajo infantil a través de la educación

Ecuador fomenta programas de formación flexible, con el fin de cubrir el rezago escolar de los niños trabajadores. Foto: Jenny Navarro/ EL COMERCIO

Ecuador fomenta programas de formación flexible, con el fin de cubrir el rezago escolar de los niños trabajadores. Foto: Jenny Navarro/ EL COMERCIO

Ecuador fomenta programas de formación flexible, con el fin de cubrir el rezago escolar de los niños trabajadores. Foto: Jenny Navarro/ EL COMERCIO

Latinoamérica conmemora este 12 de junio el Día Mundial contra el Trabajo Infantil con señales de avance en la reducción del problema, pero con el reto aún de erradicar para fines de esta década un flagelo que afecta a cerca de 13 millones de niños de la región, la mayoría de los cuales abandona la escuela para trabajar.

Precisamente, este 2015 la fecha se enfocó en la educación como un factor clave en la lucha contra el trabajo infantil, que, según la más reciente estimación de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), afecta a 168 millones de niños en el mundo, de los cuales unos 85 millones realizan labores peligrosas.

Aunque América Latina y el Caribe lograron reducir en los últimos años en 7,5 millones el número de niños trabajadores, un 8,8% de los menores de la región sigue siendo víctima de este problema, con cerca de 9 millones ejecutando tareas riesgosas, especialmente en agricultura, pesca, servicio doméstico, minería y ventas ambulantes.

Este es uno de los factores, según la Unicef, por los que cerca de 4,2 millones de menores de la región no asisten a la escuela, algo en lo que coincide la OIT en su 'Informe mundial sobre el trabajo infantil 2015', en que afirma que en los países de bajos ingresos entre 20 y 30% de los niños deja de estudiar y entra a trabajar a los 15 años.

Por esta razón, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) pidió con motivo de esta fecha tomar medidas para que todos los menores de la región puedan terminar al menos el ciclo de enseñanza primaria y formarse para tener un empleo digno cuando sean adultos.

"Cuando el Estado tiene una sólida red de seguridad social que asegura asistencia para la cobertura de necesidades básicas a familias de bajos ingresos, se disminuye el riesgo de que niños y niñas sean explotados", dijo el comisionado de la CIDH Paulo Vannuchi.

Paradójicamente, combatir la pobreza fue una de las razones por las que Bolivia decidió legalizar en 2014 el trabajo infantil, tras una exigencia de los propios menores trabajadores.

De esta forma, se estableció que el trabajo de los niños por su cuenta está permitido a partir de los 10 años y a partir de los 14 años pueden tener una relación de dependencia con un empleador, siempre que cuenten con permiso de sus padres y del Ministerio de Trabajo.

En Bolivia trabajan unos 850 000 menores, de los que el 87% desempeña oficios peligrosos y un 77% no es remunerado porque lo hace ayudando a su familia.

En sentido opuesto, el Gobierno dominicano destacó la reducción del 6% de trabajo infantil en el país en los últimos 10 años con la aplicación del programa Progresando con Solidaridad (Prosoli), que incluye un incentivo a la asistencia escolar y un bono estudiantil para unos 300 000 estudiantes.

Ecuador también desarrolla acciones en el campo educativo, entre ellas una serie de programas de formación flexible, con el fin de cubrir el rezago escolar de los niños trabajadores.

Este tipo de acciones llevó a un descenso del trabajo infantil del 12,12% en 2006 a 2,98% en 2014, con lo que actualmente 99 540 niños de entre 5 y 14 años tienen alguna ocupación, de los que el 83,8% también estudia.

Asimismo, Costa Rica, que recortó entre 2002 y 2011 la cifra de niños trabajadores de 113 000 a 47 400, lo que representa 4,6% de la población menor de edad, fortaleció los programas de becas escolares y reforzó su lucha contra la pobreza, con el fin de erradicar el trabajo infantil para el 2020.

Esa es la misma meta de Honduras, donde más de 371 000 menores forman parte del mercado laboral, la mayoría en el sector informal, ante lo cual el Gobierno coordina iniciativas con la empresa privada, las organizaciones obreras y la sociedad civil.

Con similar objetivo, la ONG World Vision impulsa programas educativos y de desarrollo en Guatemala, en donde se estima que trabajan más de 700 000 menores, que se ven obligados a hacer tareas de agricultura o domésticas en lugar de ir a estudiar.

Por su parte, las autoridades panameñas destacaron este 12 de junio que en el país 23 700 menores dejaron de trabajar en los últimos dos años, según una encuesta realizada en octubre pasado y que arrojó que aún 26 710 siguen en esa condición, el 75% de ellos en áreas rurales y en comarcas indígenas.

En Colombia, el Gobierno lanzó la campaña 'Sácale la lengua al trabajo infantil', a la que se sumarán 21 empresas y tres aliados estratégicos para erradicar este flagelo, que afecta a
1 039 000 niños, es decir 9,3% de la población infantil, número que baja desde 2011, cuando era 13%.

También Perú, con más de 1,6 millones de menores trabajadores, lanzó el jueves 11 de junio la campaña 'La calle no es su lugar', con el fin de combatir el trabajo infantil callejero.

La Defensoría del Pueblo pidió al Congreso de Perú establecer como delito la explotación laboral infantil y elevar la edad mínima de acceso al empleo a 15 años.

Las cifras en Paraguay muestran que hay 436 419 niños y adolescentes que realizan alguna labor, es decir, uno de cada 4; y en Brasil, donde hay más de 3 millones de niños y adolescentes que trabajan sin tener la edad permitida por la ley, el Gobierno informó que entre mayo de 2014 y el mismo mes de 2015 un total de 6 491 menores fueron hallados trabajando de manera ilegal.

En Uruguay, donde trabajan 27 000 niños y unos 35 000 adolescentes, sus labores se concentran en tareas asociadas a la extrema pobreza, como el reciclaje, algo que además impide que el niño vaya a la escuela.

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