Con un canasto de mimbre, Ana Luisa Trujillo visita el mercado San Francisco, en el centro de Quito. La quiteña, de 64 años, prefiere comprar un atado de romero en lugar del ramo elaborado con palma de cera.
“En la iglesia, el padre recomendó no comprarlo porque está en peligro de extinción”, dice con voz baja. A unos pocos metros, la vendedora de flores, Maribel Santos, oferta sus productos a los clientes que pasan por el puesto. La mujer, de 40 años, dice que las rosas, los claveles y los helechos son una alternativa para armar un ramo para la celebración católica del Domingo de Ramos.
Con esto concuerda Adriana Valverde, guía educativa del Jardín Botánico de Quito. Ella armó un ramo hecho de totora, helechos y rosas. En ese lugar se realizó un taller con artesanos locales para mostrar las alternativas para no usar la palma de cera. ” Lo que se busca es equilibrar las costumbres religiosas con el cuidado ambiental”, dijo la guía.
Algunas de las opciones son plantas como romero, arrayán, manzanilla, hojas y flores de maíz, totora, espigas de trigo y cebada, sigse, paja, ciprés y laurel, entre otras. El uso de estas especies es recomendable porque su crecimiento y dispersión son más rápidos comparados con la palma de Ramos.
U na de las razones principales de la iniciativa es que la palma de cera es el lugar de anidación de dos especies de aves: el loro orejiamarillo y el perico cachetidorado. Las palmas de Ramos o de cera crecen en las estribaciones andinas, desde Venezuela hasta Bolivia, entre los 900 m y los 3 500 m de altitud, donde se han registrado 12 especies del género Ceroxylon.
En Ecuador se han identificado seis especies de palmas del género Ceroxylon. De acuerdo con la Unión Mundial para la Conservación de la Naturaleza (UICN), las tres primeras son consideradas como vulnerables. Esta categoría de amenaza indica que una especie enfrenta un alto riesgo de extinción en estado silvestre en el futuro mediato.
En el caso de la zona noroccidental de Pichincha, se encontró que el loro orejiamarillo migra cada año desde agosto hasta noviembre a sitios con palmas, pero cada año es menor su presencia por la falta de este tipo de vegetación, cuyas semillas tardan 276 días en germinar y las platas pueden vivir hasta 250 años.
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