El repertorio de la artista colombiana Totó la Momposina incluyó clásicos del folclore latinoamericano. Foto: Paúl Rivas / EL COMERCIO
Los tambores y timbales son parte de la esencia de la música ancestral de la región, y Sonia Bazanta Vides quiere que las nuevas generaciones no lo olviden. Por eso, a las 19:30 de ayer, 27 de agosto del 2017, minutos antes de que termine el concierto que brindó en el Parque Itchimbía, Totó la Momposina les dio el protagonismo del show a los tres percusionistas de su grupo musical.
A esas alturas, el frío de la noche y el viento que soplaba en el Itchimbía quedaron en segundo plano. Sonaba Prende la Vela y los asistentes, entre ellos muchos colombianos, dejaban que sus cuerpos se muevan al ritmo del mapalé.
Antes, Totó la Momposina había despachado un repertorio de canciones que incluyeron clásicos del folclore latinoamericano como El pescador, Yo me llamó cumbia, Pacantó y Candela viva. Durante más de una hora, el Itchimbía se transformó, para Totó, en un templo de la música, y ella, ataviada con un vestido tricolor y un laso en el cabello, en su diosa.
Foto: Paúl Rivas / EL COMERCIO
A sus 77 años, Totó la Momposina dio una cátedra de canto y baile. Su voz, un vozarrón, se mantuvo prendido hasta el final del concierto. Aunque el frío de la noche la tocó, terminó puesta un chaleco y tomando agua caliente, su espíritu no decayó en ningún momento. Su energía se multiplicaba con cada canción y su baile se apuraba cada vez más, como si tuviera veinte años y quisiera ‘comerse’ el mundo.
La música de esta cantante ha recorrido el mundo durante las últimas tres décadas. En 1983 grabó su primera producción musical y estudió en París y en La Habana. Desde esos años ha lanzado siete discos. El último fue ‘El Asunto’, en el 2014.
Con la presentación de esta artista colombiana terminó la tercera edición de la Villa de las Artes. Un evento que incluyó las presentaciones estelares de Chico César, de Brasil, Soledad Pastorutti, de Argentina y Juan Fernando Velasco, de Ecuador.