Los buzos fijan las marcas satelitales al tiburón ballena en el Arco de
Darwin, en Galápagos. Foto: Cortesía Simon Piercey Pete Oxford
Encontrar un refugio libre de actividades pesqueras en el océano cada vez se convierte en una tarea más difícil para los tiburones. Un reciente estudio demuestra que los barcos palangreros están presentes en el 24% de las áreas utilizadas por estos animales.
La investigación, realizada por 150 autores de todo el mundo, revela que la interacción es más fuerte en el océano Índico, donde el porcentaje de áreas compartidas asciende al 38%. A este le sigue la parte norte del Atlántico, donde se estima que la pesca de palangre está presente en el 37%del espacio que los tiburones utilizan cada mes.
Alex Hearn, biólogo marino de la Universidad San Francisco de Quito y de Migramar, fue uno de los investigadores que aportaron con datos de Ecuador a este estudio. Para Hearn, lo alarmante de estos resultados es que solo se está hablando de un tipo de pesca. Si se tomara en cuenta todos los barcos pequeños y grandes que existen, el porcentaje ascendería significativamente.
Para llegar a las conclusiones de esta investigación, se utilizaron los registros de los movimientos de 1 700 tiburones que fueron marcados en todo el mundo. Esta información fue comparada con los datos del sistema de telemetría satelital de embarcaciones palangreras, que demuestran que un cuarto de los hábitats marinos de estos animales es perturbado por la pesca.
Hearn explica que desde hace dos años empezaron con este estudio internacional. Por parte de Ecuador, participaron investigadores de la USFQ, Migramar, Parque Nacional Galápagos y Whale Shark Project. Durante este tiempo, los especialistas aportaron con sus datos desde distintas partes del planeta.
Hearn cuenta que en Galápagos el proceso de marcaje lo realizan desde hace más de 13 años. De los 1 700 tiburones marcados, un 10% corresponde a Ecuador, lo cual representa un número alto.
Con estos datos, en esta investigación se demuestra que la zona del Pacífico Este tropical es un ‘hotspot’, por la alta densidad de tiburones o de individuos de varias especies.
Uno de esos puntos calientes es la zona de Isla del Coco, ubicada en Costa Rica, hasta las Galápagos. Para Hearn, esto demuestra la importancia de la zona y la necesidad de crear áreas protegidas marinas para estos animales y otras especies. Desde ambos países se está promoviendo la idea de crear una migravía, para proteger a las especies marinas durante sus migraciones entre estas dos reservas marinas.
El investigador considera que en Ecuador se debe evaluar qué pesquerías están capturando tiburones y cómo se pueden reducir sus capturas en el caso de que no sean especies comerciales. En relación con las que sí lo son, se debe analizar si realmente deben ser consideradas comerciales.
En el estudio se muestra que el tiburón azul es la especie que comparte el mayor porcentaje de su hábitat con la pesca. Un 49% del espacio de estos animales también cuenta con la presencia de estos buques. Este tiburón está presente en aguas ecuatorianas.
Hearn cuenta que en este informe no se incluyeron los datos de estos tiburones en aguas ecuatorianas, ya que se empezó a trabajar con la especie desde hace alrededor de seis meses. La fase piloto ya terminó y ahora se buscan fondos para marcar a un mayor número de individuos. Esto permitirá evidenciar hasta qué punto la reserva marina protege a una especie como esta, que realiza movimientos lejanos. La idea es hacer un mapa regional y ver las zonas donde pueden ser vulnerables.
Otra de las cuatro especies que más comparte su territorio con los buques palangreros también se encuentra en el país. Este es el tiburón mako, el cual registra un 37% de áreas sobrepuestas con la pesca. Si solo se analizan los datos de la zona norte del Atlántico, el porcentaje sube a 62%. Esto es un dato preocupante para los investigadores, ya que es una especie amenazada.
Los otros dos tiburones más afectados por esta problemática son el blanco y el cailón. Estas no se encuentran en aguas ecuatorianas, pero son consideradas especies vulnerables en el mundo. Para los investigadores, este estudio puede ser utilizado como un punto de partida para analizar lo que ocurre con otras pesquerías.
“Los tiburones realmente no tienen dónde esconderse”, dice Hearn. Por eso, el objetivo de estos resultados es fomentar que se tomen medidas para disminuir la pesca incidental y promover la creación de santuarios marinos y otras herramientas de conservación. Con los datos recopilados, se continuará con el estudio en el futuro para profundizar en algunas regiones e incluir a otros animales como las tortugas.