Ecuador es el país más megadiverso en cuanto a población de anfibios se refiere. Así lo sostiene Luis Coloma, investigador del Centro Jambatu, en el artículo titulado ‘Ecuador Sapodiverso’.
Esta afirmación se sustenta en las 547 especies descritas hasta el momento, de las cuales, el 40% corresponde a ejemplares endémicos.
Andrés Merino, investigador de la Universidad Católica y miembro del proyecto La Balsa de Los Sapos, indicó que solo en el último año se descubrieron 15 nuevas especies.
Los hallazgos -agregó- se lograron a través de investigaciones de campo en sitios no explorados y análisis moleculares de laboratorio.
“Hay especies que morfológicamente parecían ser una sola, pero gracias a los estudios se determinó que se trataban de especies distintas”, dijo el investigador.
Estos hallazgos, a criterio de Merino, muestran dos realidades en términos de conservación de anfibios. Por un lado, son positivos, ya que aportan para conocer más sobre la riqueza real de las especies que hay en el país. Pero al mismo tiempo, son preocupantes.
“Al no tener información de todas las especies, no estamos tomando medidas de conservación en áreas específicas. Hay especies que se perderán y ni siquiera llegamos a saber que estaban ahí”.
En la actualidad, los anfibios son uno de los grupos biológicos que afrontan una situación de riesgo alta. Juan Manuel Guayasamín, Centro de Investigación de la Biodiversidad y el Cambio Climático de la Universidad Tecnológica Indoamérica, sostiene que aproximadamente un tercio de los anfibios del país está amenazado por diversas razones.
Se incrementaron debido al crecimiento poblacional humano, a la agricultura, a la ganadería y a la contaminación por actividades petroleras y mineras.
A esto se suman otros factores externos como el cambio climático y las enfermedades emergentes. Con esta apreciación coincidió Merino, quien refirió que una enfermedad que ataca a la piel de las ranas -ocasionada por un hongo- está diezmando la población de los anfibios en todo el mundo.
Se trata del hongo chytrid, que fue identificado a finales de 1990. Desde entonces se ha intentado conocer cómo funciona y cómo se propaga.
Un estudio publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences da cuenta de que más de 300 especies en el mundo están en riesgo de extinción. En ese sentido, Luis Coloma sostiene, en ‘Ecuador Sapodiverso’, que las estrategias tradicionales de conservación no han sido suficientes para enfrentar a las amenazas generadas por el cambio climático.
Con ese propósito, se elaboró el Plan Estratégico para la Conservación de los Anfibios Ecuatorianos en Riesgo de Extinción, que propone trabajar en seis aspectos. Investigación y monitoreo de anfibios, fortalecimiento de las capacidades locales, manejo y conservación in situ y ex situ. Además de educación ambiental y bioinformática. Estas estrategias se delinean por la importancia de los anfibios en el ecosistema
Ana Almendáriz, investigadora de la Escuela Politécnica Nacional, indicó que los anfibios ayudan a mantener estables las poblaciones de insectos, que podrían convertirse en plagas, elementos patógenos o vectores de enfermedades.
Adicionalmente, los químicos que se encuentran en la piel de estos animales pueden ser empleados en la medicina o en otros ámbitos. Según la experta, que participó en el descubrimiento de una nueva especie en la Cordillera del Cóndor, en esa zona hay al menos 30 especies aún no descritas. “Queda mucho por descubrir y también por hacer”, finalizó.