Carlos Tejada, de 58 años, recibe terapia física de lunes a viernes, en el centro de rehabilitación del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS), en Quito. Pero desde esta semana, el lugar de las terapias cambió. Ya no funcionan en el hospital Andrade Marín, sino en un espacio ubicado en las calles Bolivia y América, a unas cuadras de este centro de salud. José Vinueza, un vecino del sector, comentó que en este lugar antes funcionaba una mecánica y también un parqueadero público. “Hace unas pocas semanas se adecuó el sitio”. Ahora, las paredes del lugar son blancas y azules y los galpones fueron adecuados con los equipos de fisioterapia. La sala de espera se improvisó bajo un techo de zinc. Las paredes son de plástico y en el interior están las sillas para que los usuarios aguarden su turno. Algunos esperan en las sillas colocadas alrededor del patio que tiene aún las líneas amarillas que delimitan los espacios para estacionar autos. Tejada perdió la movilidad de la parte izquierda de su cuerpo hace un año y desde entonces, realiza terapia una hora diaria. Él vive en el sector de la Rumiñahui y va en taxi hasta el nuevo espacio para su rehabilitación. Afirma que “el sitio es nuevo, pero lo que más interesa es que las fisioterapistas sean eficientes y profesionales”. A las 11:30, que Tejada terminó su terapia ingresó Carlota Zúñiga, de 59 años. Esta madre de cinco hijos necesita rehabilitación para su rodilla derecha. Hace dos años se cayó y se fracturó. Por ello requiere de 20 minutos de rayos láser. “La atención no ha cambiado, pero el lugar es incómodo y requiere de muchos arreglos”.La misma opinión compartió Santiago Q. El hombre de 85 años llegó al lugar acompañado de sus hijos Manuel y Sebastián.La familia llegó en un taxi desde la Plaza de Las Américas, en el norte de la ciudad. Los hijos de Santiago expresaron su descontento por las nuevas instalaciones. “No es un trato humanitario. Son pacientes que requieren rehabilitación, no necesitan más dificultades”.El hombre tiene 75 años y sufrió una lesión en su pierna derecha hace dos años y medio. Hace 14 meses recibe atención en el Seguro Social. “Es nuestro dinero, nada aquí es regalado, nos deberían tratar con dignidad y respeto”, dijo.Jorge Vinueza también llegó al nuevo centro de rehabilitación al mediodía. Caminaba a paso lento con la ayuda de sus dos muletas. El hombre de 58 años llega todos los días solo desde el sector de La Ronda, en el centro. Él explica que en el 2005 sufrió de un desgaste en los cartílagos de sus rodillas. Desde entonces no puede faltar a su rehabilitación. El corpulento hombre dijo que no está a gusto en las nuevas instalaciones. “Sé que todavía falta por adecuar el sitio y que en el otro sitio no había más espacio. Pero creo que merecemos algo mejor para curarnos”. Este Diario buscó la versión oficial de las autoridades del hospital Andrade Marín, pero informaron que era necesaria una autorización del Consejo Directivo del IESS. También se intentó hablar , vía telefónica, con el presidente del Consejo, Ramiro González, pero ayer no se obtuvo ninguna respuesta favorable.