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La tenencia y el tráfico ilegal son amenazas para las especies

Búho. Este animal sufrió una fractura en su ala, tras haber sido víctima de maltrato. No recuperará su libertad.

Búho. Este animal sufrió una fractura en su ala, tras haber sido víctima de maltrato. No recuperará su libertad.

Durante el 2017 se han retenido 99 aves. Representan el 30% de las retenciones. Foto: cortesía Instituto Tueri

Los daños que generan la tenencia y el tráfico ilegal de especies son irreversibles. Algunos animales mueren durante el proceso, varios sufren lesiones y solo un 20% vuelve a su hábitat después de su recuperación.

Monos, tigrillos, tortugas y todo tipo de especies son trasladadas a las ciudades para que vivan como si fueran mascotas. Por lo general, se las encuentra encadenadas, enjauladas y en estados críticos de salud.

Hace dos semanas, la imagen de un lobo marino atado a un árbol en un terreno en la Costa ecuatoriana despertó la indignación de las personas. El animal fue rescatado, pero finalmente no sobrevivió.

Este no es un caso aislado. Según el Ministerio del Ambiente del Ecuador (MAE), en lo que va del año se han realizado 339 retenciones de animales silvestres. La mayoría corresponde a aves (30, 7%). A estas le siguen los invertebrados (29,2%), reptiles (24,1%), bivalvos (21,7%) y mamíferos (14,2%).

Después de la retención, los animales son trasladados a centros de rescate y zoológicos para fauna silvestre. Pasan por un período de cuarentena, reciben atención veterinaria y son evaluados para decidir su destino.

Búho. Este animal sufrió una fractura en su ala, tras haber sido víctima de maltrato. No recuperará su libertad.

Andrés Ortega, director del Instituto Tueri y del Hospital de Especialidades Veterinarias de la Universidad San Francisco de Quito, cuenta que, solo esta semana, llegaron cinco animales que fueron víctimas de daños causados por los humanos.

En el caso de la tenencia ilegal, los animales suelen llegar con gastroenteritis y neumonía. En el caso del tráfico de especies, generalmente son atendidos por fracturas, politraumatismos, parasitismo y problemas metabólicos asociados al clima.

Ortega dice que ambos delitos ambientales tienen una relación directa. “Mientras más gente compre, más gente los va a vender”, explica. Esto tiene un efecto directo en la disminución de la biodiversidad del país y en la conservación de las especies.

Además, ahora hay nuevas formas de vender estas especies. Un caso que recuerda Ortega es el de un tigrillo que se lo intentaba comercializar a través de redes sociales. Las autoridades lo encontraron y se logró identificar al responsable.

Según el veterinario, de todos los animales que llegan el 60% es reubicado en otras unidades de manejo después de su tratamiento, el 20% muere y el otro 20% regresa a su hábitat.

Jorge Flores, director ejecutivo del centro de rescate Yanacocha, coincide en que el porcentaje de rehabilitación es bajo. Hay casos de loros que vivieron 15 años con humanos o monos a los que les quitaron los colmillos para que no mordieran.

Flores considera que en el Ecuador hay una tendencia al “mascotismo”, más que al tráfico. Las personas acuden a zonas como la Amazonía, agarran una especie y se la llevan a sus casas, sin darse cuenta del daño que le están causando.

Estas especies pierden el instinto de caza y se convierten en animales vulnerables a ser nuevamente capturados en el futuro, ya que se acercan a las zonas pobladas en busca de alimentos.

Christian Rivera, de la Secretaría de Seguridad y Gobernabilidad del Distrito, cuenta que en Quito se activó un grupo de atención de fauna silvestre en emergencia. El último rescate que llamó su atención, dice, fue el de una tortuga africana, que fue encontrada en un terreno en el sector de los valles.

Se necesitó la ayuda de dos personas para poder cargarla y transportarla a un lugar seguro. La tortuga es parte de los siete especímenes de fauna silvestre rescatados en lo que va del año por esta institución.

Los expertos coinciden en que es necesario que las personas comprendan el daño que se causa a los animales a través de la tenencia y el tráfico de especies. Además, el artículo 247 del Código Orgánico Integral Penal sanciona estas prácticas con prisión de uno a tres años.

Tigrillo
El felino iba a ser vendido por redes sociales. Llegó con una fractura en su pata.

Mapache
Este espécimen murió en julio tras un paro cardíaco. Tenía varias fracturas y heridas.

Fractura
El mapache llegó al instituto Tueri con una fractura en la mandíbula inferior y el arco cigomático.

Monos
La mona aulladora llegó desde el noroccidente. Se la encontró encadenada y fue atacada por perros.

Venado
El animal fue encontrado en El Coca y tuvo que ser atendido por una fractura en su cráneo. No sobrevivió.