En Quito habrá talleres detejido de sombreros en Uwi y en Casa Somos Conocoto, el 17 y18 de noviembre, en su orden. Foto: Cortesía Pura Hoja
Hace 15 años, Manuel Rodríguez aprendió el arte del tejido en hoja de palma de coco. Le llamaban la atención los productos en los que se podía convertir este elemento. Oriundo de Montañita, Rodríguez, se tituló como Maestro de taller de tejeduría. Desde entonces dedica sus días a difundir las técnicas a través de talleres en la organización que creó: Pura Hoja.
Rodríguez explica que las técnicas de trenzado son milenarias de culturas costeñas que se expanden hasta Colombia y Perú. En el vecino del norte, las hojas son más utilizadas para hacer techos tejidos.
En Ecuador, quienes tenían acceso a esta palma eran las culturas radicadas en la Costa, como Jama-Coaque, Valdivia o Manteño-Huancavilca, cuyos miembros aprovecharon las fibras para darle utilidad en sus vidas. “Se las ve en el diseño de vasijas o canastas que se utilizaban para transportar alimentos”, señala Rodríguez.
Los tejidos que se elaboraban con la palma eran trabajados en grupos, se formaba un tipo de tejido social que se trabajaba en comunidad. “No solo tejían las mujeres sino también hombres y niños y se formaban reuniones tradicionales”.
Mantener viva esta tradición le motivó a dictar talleres. Considera que enseñar el arte de estos tejidos es una forma de recuperar la identidad de las comunidades.
La conexión que se da con la naturaleza, a través del tejido, es un eje que trabaja en los encuentros. “En los talleres llamamos a un contacto con la naturaleza y su ser”.
Esta hoja se compone de tres tipos de fibras, lo cual da resistencia a los objetos. Las hojas de palma son útiles para elaborar productos como carteras, sombreros, lámparas y adornos, aunque las que más se comercializan son las esterillas.
Para aprovechar la versatilidad de la palma, los talleres funcionan con tres tipos de técnicas, señala Rodríguez. El trenzado tradicional, que consiste en tejer las fibras para dar una forma específica. También se han adaptado al origami, que se basa en el doblado del material para crear objetos y la tercera es el macramé, en donde son los nudos los que van formando diseños.
Los talleres han llegado hasta Bahía de Caráquez, donde Pura Hoja ha trabajado este año en proyectos de microemprendimiento para jóvenes y adultos damnificados por el terremoto del 16 de abril.
El tejido es una terapia emocional, señala Rodríguez, lo que permite liberar el pensamiento y direccionarlo hacia una actividad manual.
El proyecto ayuda también a recuperar las palmas que se tratan como desechos de jardineros que limpian los árboles.
“Porque para ellos es como basura y para nosotros es materia prima”, anotó.