En un país, donde hay gente capaz de hacer fila por más de 10 horas para comprar un aparato, como el iPad, hay un Presidente que reniega de este apego a la tecnología.
Al Mandatario de Estados Unidos no le hace ninguna gracia que las personas sucumban a los encantos de la electrónica. Para Barack Obama es más importante la emancipación intelectual que la diversión.
Lo dijo, la semana pasada, en un discurso pronunciado en la Universidad de Hampton, en EE.UU.
“Con los iPod, iPad, Xbox y PlayStation, la información se convierte en una forma de entretenimiento, en lugar de un instrumento para el fortalecimiento personal, en lugar de un medio para la emancipación intelectual”.
La gente compra el iPod y otros artilugios, propios de esta era, para entretenerse y eso no está mal. Cada día hay más usuarios a gusto con la tecnología, con los ambientes digitalizados.
Obama desconoce que la exposición creciente a lo digital está posibilitando el desarrollo de nuevas destrezas, todas ellas válidas para interactuar con el entorno.
En lugar de satanizar su uso, hay que aproximarse más a estos ambientes tecnificados para conocer sus lógicas y sus riquezas.
Es paradójico que un mandatario que no se aparta de su Blackberry, critique ahora el apego a otros aparatos electrónicos.