La investigación comenzó hace cuatro meses, en Quito. Los científicos de la Universidad de las Américas (UDLA) alteran células para entender cómo se desarrolla el cáncer de mama. Este procedimiento lo hacen por medio de la genética.
En los laboratorios, los especialistas miran algo que a simple vista parece agua. Pero son células humanas que son traídas desde EE.UU. para estudiarlas a través de microscopios. El costo es de USD 800 cada una.
Esta es una de las iniciativas científicas que realiza el Instituto de Investigaciones Biomédicas de este centro. Los estudiosos cultivan células de cáncer e introducen una secuencia genética previamente diseñada y manipulada.
El objetivo es observar su comportamiento y determinar si el proceso genético puede bloquear su reproducción.
César Paz y Miño, docente universitario e investigador, indica que esta técnica puede ayudar a entender por qué se desarrollan los tumores.
Los científicos realizan huecos en la membrana de la célula para que el ADN modificado ingrese. Este procedimiento se realiza en tubos de ensayo con la ayuda de pipetas y tijeras químicas que introducen las sustancias. Quienes hacen este trabajo no ven físicamente a las células ya que todo es líquido. “El plasma es algo material, pero está diluido en una solución. Por eso se utilizan estos instrumentos para introducir un ADN extraño”, sostiene el especialista.
Las células se mantienen a una temperatura de 37 grados en un aparato metálico con CO2. El objetivo es que el medio en el que viven no sea ácido y permita su crecimiento y reproducción normal.
Los cultivos necesitan 72 horas para que estén estables. El proceso de estudio puede durar ocho días ya que los científicos deben analizar las reacciones mediante pruebas genéticas como el proceso de fluorescencia.
María José Muñoz, investigadora y docente de Biología Celular de la UDLA, indica que la coloración de estos elementos permite determinar si el proceso se cumplió con exactitud.
Además, se identifican los tipos de célula de acuerdo a la tonalidad que hayan adquirido. En algunos casos se pueden tinturar dos colores.
Cuando estas llegan a los laboratorios son colocadas en un medio de cultivo y almacenadas en cajas transparentes en las que se reproducen. “En el laboratorio se transforma las células humanas y se estudia de acuerdo al desarrollo de tumores malignos”, indica Muñoz.
Otra de las investigaciones que se realiza en esta universidad es con base en tejidos muertos. Esta actividad es realizada por los estudiantes, quienes extraen el material genético y lo introducen en un equipo que mide las proteínas.
Se busca, de a poco, alcanzar en el futuro los mismos resultados de los análisis que se hacen a escala mundial en el área. Ahora hay una efervescencia de proyectos relacionados con ingeniería artificial. Paz y Miño explica que se los realiza desde que los científicos pudieron descifrar el código genético.
“Una vez que se supo cómo estaba estructurado el ADN, la visión ha sido poder alinearlo de forma artificial para poder obtener los mismos resultados”.
Estos procesos están encaminados a crear células artificiales, modificar su funcionamiento o producirlas para que cumplan funciones específicas.
La semana pasada un equipo de científicos liderado por Jef Boeke del Langone Medical Center de la Universidad de Nueva York (EE.UU.), generó la primera copia artificial de un cromosoma de levadura. El grupo logró cortar, dividir y manipular el ADN de la levadura utilizada para hacer cerveza hasta conseguir el primer cromosoma fabricado íntegramente en un laboratorio.
Las aplicaciones que tiene la ingeniería genética son prometedoras -indica Paz y Miño- pues permiten producir sustancias útiles para las personas; lo cual no evita que estas técnicas también sean utilizadas de forma poco ética
En contexto
Los científicos del Centro de Desarrollo Biológico de Kobe (Japón) descubrieron una manera de transformar por primera vez células madre en otro tipo. Lo hicieron a través de cambios “en el entorno”. Esta investigación podría tener beneficios para la medicina regenerativa.