En Pécs, una ciudad de 120 000 habitantes en el sur de Hungría, toda la electricidad y la calefacción las produce una central que funciona con madera y paja, un ejemplo de una magnitud única en Europa.
La ciudad, que en el 2011 fue capital cultural europea, se beneficia de una energía más barata y menos contaminante.
La central térmica, la más grande de Europa de este tipo, la gestiona el grupo Dalkia, filial especializada en servicios energéticos de los franceses Veolia y EDF.
Tras una inversión de 80 millones de euros entre finales del 2010 y el verano del 2013, el grupo reemplazó el equipo de la vieja central que era de la época comunista, aunque en su tiempo ya fue innovador.
“La central ya usaba el 50% de madera y el 50% de gas como combustible. El proyecto consistía en reemplazar totalmente el consumo de gas por paja”, dijo Renaud Capris, director general de Dalkia Energia.
El beneficio es sobre todo medioambiental. Según el operador, “este consumo de paja permite reducir en unas 150 000 toneladas las emisiones de CO2” a la atmósfera.
A nivel económico, el coste de la producción ha dejado de depender de las fluctuaciones del precio del gas e, incluso, de la interrupción del suministro.
La planta de Pécs es una central de “cogeneración”, es decir, que produce a la vez electricidad y calefacción con un combustible único, en este caso la biomasa.