'La tecnología nos permite reinventarnos'
"El florón está en mis manos…". ¿Quién no ha soñado alguna vez con tener un arma poderosa con la que pueda hacer y deshacer todo lo que tiene y sucede a su alrededor? Una herramienta que cambie las cosas que no le gustan, que multiplique las que le agradan, que le lleve a vivir a un lugar mejor.
¿Quién no ha soñado con que su voz se escuche y se respete? ¿Quién no se ha sentido agredido alguna vez por una acción del otro?¿Quién no ha añorado ser visto por los demás?¿Quién no ha tenido ganas de cambiar el mundo? Esa arma, esa herramienta, esa varita que acumula tanto poder ya la inventamos, ya la construimos, la creamos los seres humanos con el surgimiento de nuestras civilizaciones. Un arma que nos une y nos desune, que nos da y nos quita, que nos lanza y nos regresa. Un arma generada por nosotros para afectarnos a nosotros. Un arma que se mueve, se libera, se transforma, se integra y desintegra hasta impactar, de forma firme y permanente nuevamente en uno, en nosotros; sin límites, sin restricciones. Un arma que es nuestra; esa arma es la palabra.
Y para hacer a esta arma aún más poderosa hemos imaginado y construido otros instrumentos; instrumentos ilimitados, para muchos impensables, que la transportan y la replican de forma casi espeluznante. Los hombres y las mujeres hemos evolucionado desde el mazo y el cincel, pasando por las microondas y el microchip, hasta vivir en un mundo colonizado por comunidades virtuales.
La tecnología, portadora de nuestra más preciada herramienta, nos acompaña y nos permite inventarnos y reinventarnos una y otra vez, llevando a todas partes lo que queremos decir, lo que vemos, lo que soñamos, lo que pensamos. Pero debemos preguntarnos, ¿realmente estamos a la altura? ¿Tenemos el corazón y la mente libres y estamos listos para usarla? ¿Podemos hacernos responsables de lo que sucederá después, cuando nuestra palabra esté libre y vulnerable, al alcance de todos, para ser usada y repetida? Hoy el avance vertiginoso de la tecnología nos permite llegar con lo que decimos a lugares antes inalcanzables. Pero no es el hombre quien debe ir a la par de la tecnología; esta ha sido inventada por nosotros y para nosotros y es el instrumento que nos permite llegar más lejos, más rápido. Lo que la tecnología transporta es lo que nosotros decimos, y de ello debemos hacernos cargo. Ese es el verdadero poder, el poder del intercambio, de lo que tenemos, de lo que aprendemos y de lo que damos, de lo que decimos y escuchamos.
Tenemos cómo hacernos escuchar; difundamos, cada uno, cada día, en cada medio un mensaje que al soltarlo se convierta en un pilar de ese mundo mejor que soñamos alcanzar.
"El florón está en mis manos… de mis manos ya pasó…".