La tartamudez se inicia, por lo general, entre los tres y cinco años y no tiene una causa específica. Foto: Archivo EL COMERCIO
La tartamudez es un trastorno de comunicación que afecta a cuatro de cada 100 niños, según un estudio de la Fundación Americana de Tartamudez.
Debido a que sus causas, detección y tratamiento son muchas veces desconocidos, cada 22 de octubre se celebra el Día Mundial del Conocimiento de la Tartamudez.
A través de esta iniciativa se busca eliminar la discriminación hacia la gente que tartamudea y promover actividades para la integración de las personas que lo padecen.
La disfemia o también conocida como tartamudez se caracteriza por las interrupciones del habla que se producen involuntariamente. Estas muchas veces se acompañan con tensiones musculares en la cara o tics nerviosos.
Cecilia Castro, terapista del lenguaje, explica que existen tres tipos de disfemia, estas son: tónica, clónica y tónica clónica. La primera se caracteriza cuando la persona se traba al inicio de las oraciones, la segunda cuando la interrupción se da en medio del relato y la tercera es una combinación de ambas.
Según expertos, no hay una causa específica de este trastorno, pero en el 2010 científicos descubrieron tres genes asociados con surgimiento de la tartamudez ya que se ha identificado que este problema suele permanecer en la familia.
Castro atribuye esta prevalencia a que los niños siguen el ejemplo de sus padres, es por eso que si el adulto sufre de tartamudez el niño podría imitar esta forma de comunicación, aunque no es algo que siempre se repite.
Además, explica que la tartamudez producida a raíz de su presencia en la familia es conocida como un factor predisponente. También existen los factores desencadenantes como shocks o traumas emocionales.
Los datos de la Fundación Americana de tartamudez indican que el 60% de las personas que sufren este trastorno tienen un familiar con alteraciones del lenguaje.
Esta empieza entre los tres y cinco años donde se produce una disfemia evolutiva que es normal en los menores a esta edad. Es por esto que la terapista insiste en que no se debe llamar la atención a los niños si presentan trabas al hablar en esta etapa ya que esto empeorará la situación desencadenando una disfemia crónica y además afectará el autoestima del niños.
El estudio también reveló que un 5% de los niños entre los dos y cinco años que transitan por un período de tartamudez o disfluencias del habla. De esta cifra, las tres cuartas partes se recuperan cuando concluye esta etapa.
Si el problema persiste desde los cinco años en adelante, los padres deben acudir a un especialista para poder manejar la situación. El tratamiento debe incluir la ayuda de psicólogos y terapistas del lenguaje para que los niños puedan manejar esta situación en su entorno.
La especialista señala que lo más importante es la detección temprana de este trastorno ya que de esta forma se podrá evitar que avance en el futuro, aunque no hay un tratamiento capaz de eliminar el problema.
Además, explica que en el colegio deben pedir adaptaciones curriculares, esto quiere decir que no los expongan a lecciones orales ya que esto afectará la seguridad del niño. Es necesario que el menor se sienta cómodo en su entorno para expresarse por lo que no debe ser criticado ni presionado.