Camila Bravo (blanco) y Farell Llanos realizan un experimento de fabricación de adobe. Foto: María Isabel Valarezo / El Comercio
Puede que en sus colegios se las mire raro cuando hablan de física o de química como si fuese un tema interesante y novedoso. Pero cuando llegan al Museo Interactivo de Ciencia (MIC), Camila Bravo y Farell Llanos encuentran aquel espacio donde pueden dar rienda suelta a temas tan diversos como la teoría de la relatividad o el descubrimiento de una nueva galaxia.
Ellas, al igual que otras 23 muchachas entre 11 y 16 años, forman parte del proyecto Chicas en la ciencia, que se desarrolla en las instalaciones del MIC. Cada viernes, todas se reúnen en Chimbacalle para aprender sobre lo más nuevo en el campo científico y, al mismo tiempo, poner en práctica varios de sus conocimientos. En todo este proceso cuentan con la ayuda del personal del museo, así como expertos en áreas de la física, la química, el medioambiente o la salud pública.
La idea nació en el 2013 cuando, en un estudio realizado por el MIC, se descubrió que las científicas forman parte de los libros de historia mas no se estudiaban sus propuestas como científicas y académicas.
Según comenta la técnica Natalia Pineda, la falta de divulgación de la ciencia hecha por mujeres fue lo que llevó al MIC, en 2013, a realizar proyectos para dar a conocer estos trabajos.
En la etapa más reciente de este proyecto, ahora están trabajando en estos talleres enfocados a esta población. La dinámica de los mismos se realiza, a breves rasgos, en dos grandes momentos. En la primera etapa, las asistentes reciben conocimientos teóricos sobre los temas específicos de las ciencias exactas, ambientales y demás. Enseguida, ellas trabajan en actividades experimentales cuyo principal objetivo es poner en práctica la información adquirida en clases.
Y los resultados han sido satisfactorios. Farell comenta que aquí entabló amistad con chicas que tienen las mismas inquietudes que ella en el campo científico. Camila, por su parte, siente que ha ampliado su manera de comprender el mundo. Todo ello asistiendo los viernes, por más de dos horas a las instalaciones del MIC.