En algunos países la higiene menstrual sigue siendo un tema tabú, del que no se habla seguido. Foto: Pixabay
Más de la mitad de la población tuvo, tiene o tendrá la menstruación en alguno momento de su vida. De hecho, todos los días 300 millones de mujeres y niñas están menstruando y, en promedio, una mujer pasará 3 500 días de su vida con el periodo. Sin embargo muy pocas, y pocos, sabemos que el 28 de mayo es el Día Internacional de la Higiene Menstrual.
La menstruación y la higiene menstrual siguen siendo temas tabú en muchos lugares del mundo. Por ejemplo, en Surinam las mujeres Maroons deben vivir en un área separada de la casa y usar ollas y platos especiales para comer cuando tienen su periodo. En muchas zonas rurales del mundo, incluyendo América Latina, las mujeres no pueden realizar actividades diarias como cocinar, tocar fuentes de agua o acercarse al ganado porque se cree que son impuras y podrían propagar enfermedades.
Por otro lado, el manejo de la higiene menstrual ha sido ignorado en las agendas de desarrollo, razón por la cual muchos proyectos no toman en consideración estas necesidades especiales, lo que priva a mujeres y niñas de áreas seguras, accesibles e higiénicas tanto en sus hogares como en espacios públicos.
Como consecuencia de la ignorancia y falta de medidas, las vidas de las mujeres y niñas se ven afectas en diferentes aspectos:
Educación. Muchas niñas, por temor a tener accidentes o emitir olores, dejan de ir a la escuela durante su periodo o simplemente abandonan la escuela cuando entran a la edad de menstruación.
El problema es que al no tener acceso a baños separados, agua potable y productos sanitarios no pueden mantener una buena higiene. Por ejemplo, en Bolivia solo el 32% de escuelas rurales tienen lavamanos, el sistema de baño más usual es una letrina de pozo ciego común (63,7%) y la defecación al aire libre es una práctica frecuente (10,5%).
Salud. Los precios exorbitantes o la falta de acceso a productos como toallas o tampones hacen que las mujeres busquen otras alternativas, como ropas viejas, trapos, periódico y hasta tierra. Además, la falta de acceso a agua potable las obliga a lavar sus ropas en agua sucia y, por vergüenza de secar las ropas manchadas al aire libre, suelen volvérselas a poner húmedas, prácticas que pueden provocar infecciones y enfermedades vaginales.
Economía. Las mujeres adultas también se ven afectadas por la falta de agua potable y espacios adecuados a sus necesidades en los centros de trabajo. Por eso muchas faltan al trabajo durante su periodo. Los dolores menstruales y las enfermedades vaginales son también problemas frecuentes que las fuerza a tomar días libres. Un ejemplo: se estima que en Bangladesh la falta instalaciones adecuadas tiene un costo de USD 21 millones debido a los gastos en salud y al absentismo.
¿Qué se puede hacer?
1. Asegurar el acceso de las mujeres y niñas a baños limpios, seguros, separados y privados que cuenten con agua potable y basureros donde desechar los productos sanitarios es una prioridad. Para esto se debe invertir en infraestructura de agua potable y saneamiento básico tanto en espacios públicos como en los hogares, particularmente en zonas rurales.
2. Educar en salud reproductiva y el manejo de la higiene menstrual no solo a las mujeres y niñas, también a los hombres y a los niños. Por eso las inversiones en infraestructura deben ir acompañadas de campañas de educación sanitaria.
3. Facilitar el acceso a productos sanitarios, ofrecer productos alternativos más baratos y educar a las mujeres y sus familias sobre los beneficios de su uso ayudaría a que mujeres y niñas tengan un mejor manejo de la higiene menstrual.
Estas tres intervenciones pueden ayudar a mejorar drásticamente la situación y dignidad de las mujeres y niñas, pero el primer paso es romper con el tabú y hablar abiertamente del tema.