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Sumak Bastidas vive la cultura Puruhá a través de la música

La artista cultiva la música como una forma de mantener vivo el legado de la cultura ancestral. Foto: Facebook Sumak Bastidas.

La artista cultiva la música como una forma de mantener vivo el legado de la cultura ancestral. Foto: Facebook Sumak Bastidas.

La artista cultiva la música como una forma de mantener vivo el legado de la cultura ancestral. Foto: Facebook Sumak Bastidas.

Sumak Bastidas es una intérprete y compositora de origen Puruhá que ha encontrado en la música la mejor forma de transmitir y mantener viva la herencia cultural de su pueblo.

El interés por la música es una vocación que fue creciendo desde la adolescencia y se cristalizó como un proyecto profesional en el 2010, cuando se convirtió en madre. “Las mujeres indígenas somos las corresponsables de transmitir la memoria ancestral de nuestros abuelos a través del idioma y uno de los mecanismos es a través del canto y la música, considerando que es un lenguaje universal”, dice.

Sumak tenía seis meses cuando llegó a Quito junto con sus padres, que buscaban en la ciudad un mejor futuro para sus hijos. Pese a la distancia, nunca se cortó el vínculo que mantenía la familia con la comunidad de Cacha, en Chimborazo.

“Mis abuelos siempre han estado en la comunidad y han sido personajes importantes en nuestras vidas porque, gracias a ellos, tenemos esa conexión profunda con la comunidad, a la que volvemos nuestros hijos para que conozcan nuestras costumbres, cultura, idioma y cantos”, explica.

Durante esas visitas a su natal Cacha, Sumak se fue nutriendo de las voces de las mujeres que compartían la cotidianidad y el conocimiento heredados de los abuelos sobre de la siembra, la cosecha, los animales y la relación con la tierra, a través del canto. “En los años 90 no se permitía hablar y menos cantar en kichwa porque había mucho racismo y discriminación”, dice la artista sobre una época que despertó en ella un espíritu de lucha y resistencia.

Sumak transformó esas experiencias en canciones inéditas, escritas e interpretadas en kichwa, como Muito (semilla), dedicada a sus abuelos paternos, en la que cuenta la importancia de la relación entre el hombre y la naturaleza.

En el 2010 retomó esas primeras composiciones a las que se sumaron temas como Sayenllito, una canción de cuna dedicada a su hijo Sayén; Sinchi warmi (Mujer luchadora), una canción protesta dedicada para aquellas mujeres indígenas que son heroínas anónimas que lucharon contra el huasipungo y la servidumbre.

En noviembre de 2019 presentó Canto Puruhá, en el Teatro Variedades, como un proyecto intergeneracional e intercultural que contribuye a promover y fortalecer el kichwa como un medio de creación artística en la música. En el repertorio hay tonadas, carnavales, yumbos y danzantes.

“Si muere un idioma, muere también un pueblo”, dice la artista que ve en la música un medio para educar y transmitir mensajes de vida.