La cruel verdad de la esclavitud moderna

Las condiciones de vida para los inmigrantes son precarias en un centro de detención en Libia. Foto: AFP

Las condiciones de vida para los inmigrantes son precarias en un centro de detención en Libia. Foto: AFP

Las condiciones de vida para los inmigrantes son precarias en un centro de detención en Libia. Foto: AFP

‘Ochocientos, novecientos, mil, mil doscientos. Vendido por mil doscientos dinares libios”, celebra el subastador. No se trata de venta de pinturas ni autos ni alguna prenda de un artista famoso, sino de la subasta de seres humanos.

El equivalente a unos USD 800 ha sido suficiente para que una persona se convierta en propiedad de otra. “Hombre fuerte para trabajar”, asegura el vendedor a los asistentes. La escena, en la que se ve a un grupo de inmigrantes subsaharianos subastados como esclavos en Libia durante el pasado agosto, fue recogida por la cadena estadounidense CNN, que difundió unas imágenes que han despertado indignación y una ola de protestas en toda África.

Este cuadro demuestra que la subasta de esclavos, pese a ser una actividad prohibida por la Declaración de Derechos Humanos de la ONU, sigue muy vigente en el mundo, especialmente en África.
 
Tras el derrocamiento del gobierno libio de Muamar al Gadafi, que fue asesinado por una multitud el 25 de octubre del 2011, el país vive sumergido en el caos y es un estado fallido dividido en dos. Por eso, por la falta de control en sus fronteras ha propiciado que sea el principal sitio de salida de inmigrantes de África hacia Europa. Miles de ellos huyen del hambre, de la pobreza, del desempleo o del terrorismo y se encuentran con mercados de esclavos, donde pierden la dignidad y todos sus derechos, convirtiéndose en prisioneros y en víctimas de las peores torturas.

Según los cálculos de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), hasta un millón de personas esperan en Libia a cruzar el Mediterráneo hacia Europa.

“Los migrantes que viajan a Libia no tienen ni idea de la tortura que les espera inmediatamente al cruzar la frontera”, dice el portavoz de la OIM, Leonard Doyle. “Los venden y los compran como objetos y los abandonan cuando ya no tienen valor”.

Atravesar el Mediterráneo también se ha vuelto un espanto. En lo que va de este año más de 3 000 inmigrantes han muerto ahogados porque las pequeñas y vetustas embarcaciones en las que viajaban sucumbieron al peso o a la furia del mar.

Lo cierto es que las imágenes de la subasta de esclavos que divulgó la CNN parecen más típicas del siglo XVI que del XXI. Por más de 400 años, más de 15 millones de hombres, mujeres y niños fueron víctimas del comercio de esclavos, uno de los capítulos más oscuros de la historia de la humanidad que no ha terminado, solamente cambió de formas. La organización de defensa de los derechos humanos Walk Free Foundation asegura que en el mundo hay 40,3 millones de personas atrapadas en versiones modernas de la esclavitud. Y que esa cifra es un 28% más alta que la del 2014. Según la investigación, en 167 países existe alguna forma de esclavitud.

A diferencia de las versiones históricas de la esclavitud, que mantenían a las personas como si fueran una propiedad enajenable, la esclavitud moderna se define como tráfico de personas, trabajo forzado, endeudamiento que se convierte en servidumbre, matrimonios forzados para el trabajo o explotación sexual con intercambio de dinero.

El reporte de Walk Free, publicado en 2017 pero que hace un balance del 2016, señala que 24,9 millones de personas fueron víctimas de trabajo esclavo (en su mayoría en casas particulares, pero también en fábricas, en la construcción, en el campo, en las minas e incluso en la mendicidad) y unos 15,4 millones de matrimonios forzosos. Las principales víctimas de esta situación son las mujeres y las niñas. En concreto, el 71%, cerca de 29 millones. Por otro lado, el 51% son esclavos por su deuda, mientras que el 25% son menores de 18 años.

Una de cada cuatro víctimas de la esclavitud es un niño o niña, es decir, unos 10 millones de personas. La Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (Unodc) dice en un estudio que millones de mujeres y niñas se venden para que sirvan de esclavas sexuales.

La organización de derechos humanos estadounidense Human Rights First denunció que la trata y el tráfico humano actualmente es un gran negocio. Deja unos USD 150 000 millones de ganancia a los delincuentes.

El informe que elaboró Walk Free, en asociación con la OIM, señala también que más de la mitad de los esclavos modernos están en cinco países: India, con 18,35 millones; China, con 3,39 millones; Pakistán, con 2,13 millones; Bangladesh, con 1,53 millones; y Uzbekistán, con 1,23 millones. Además, se identifica a Corea del Norte como el país con el mayor número de esclavos modernos per cápita: el 4,37% de la población.

En América Latina, se ofrecieron cifras de México, donde se calcula que 376 800 personas (0,3% de la población) viven en condiciones de esclavitud moderna, y República Dominicana, que reporta como esclavos a 104 800 personas.

En Brasil, en cambio, está encendido el debate luego que el pasado octubre el presidente Michel Temer aprobara una polémica reforma sobre el trabajo esclavo. El Mandatario modificó las normas que definen el trabajo forzado y dificultó así la penalización de los empleadores acusados de esa práctica, un reclamo de larga data del sector agropecuario.

Según cifras del Ministerio Público del Trabajo y de la Comisión Pastoral de la Tierra -órgano de la Conferencia Nacional de Obispos de gran actuación en cuestiones de derechos de trabajadores campesinos e indígenas-, más de 50 000 personas fueron liberadas de condiciones de esclavitud desde 1995. Tan solo el año pasado fueron identificados en Brasil 766 trabajadores esclavos en 158 establecimientos rurales fiscalizados. Los estados donde más casos de esclavitud se han descubierto son Mato Grosso do Sul, Pará, San Pablo, Minas Gerais y Bahía, en los que hay grandes proyectos agropecuarios, mineros y textiles.

¿Qué hace el mundo frente a este drama? El informe de Walk Free destaca el “progreso significativo” en las medidas contra la esclavitud tomadas por otros gobiernos desde la publicación del primer estudio en 2014. Reino Unido, por ejemplo, aprobó una ley sobre la esclavitud moderna que penaliza a quien la vulnere con cadena perpetua y en Estados Unidos se modificó una ley que prohíbe la importación de bienes fabricados con trabajo infantil.
Los países con la tasa de esclavitud moderna más reducida son Nueva Zelanda, Irlanda, Noruega, Dinamarca, Suiza, Austria, Suecia...

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