Una colección de instrumentos, objetos y ornamentos sonoros se exhibe hasta mayo del 2020.
Los educadores del Museo Casa del Alabado, en el Centro Histórico, suelen llevar consigo réplicas de antiguos instrumentos sonoros para despertar curiosidad e interés en los visitantes, durante los recorridos guiados. Esa práctica cotidiana impulsó la idea de crear una exposición centrada en los instrumentos, objetos y ornamentos sonoros vinculados al mundo precolombino.
Así nació ‘Sonidos y danzantes: una experiencia contemplativa y sensorial’, que estará abierta al público hasta el próximo 17 de mayo del 2020. La exhibición, que se distribuye en tres salas, reúne una selección de piezas bajo custodia del Alabado, con instrumentos sonoros de la reserva arqueológica del Ministerio de Cultura y Patrimonio y objetos etnográficos de la reserva del Museo Pumapungo, de Cuenca.
La primera sala contiene una colección de artefactos arqueológicos que el visitante puede ver y escuchar. La grabación que acompaña a las botellas silbato, sonajeros, cascabeles, flautas, ocarinas o litófonos amplían la comprensión sobre el tipo de sonido que emiten (graves o agudos), así como los materiales en los que fueron construidos (cerámica, hueso, piedra, metal).
Jimena Muhlethaler, cocuradora de la exposición, explica que la exhibición no hace referencia a la música, en el sentido formal del término, “primero por la imposibilidad de acceder al repertorio precolombino y además porque la sonoridad en ese mundo era más amplia y compleja que la producción de escalas musicales”.
Es por eso que la exhibición incluye instrumentos, pero también objetos y ornamentos sonoros, de las culturas precolombinas.
Ver y escuchar cada instrumento hace pensar en la tecnología pero también en los propósitos para los que fueron creados. Algunos tal vez fueron creados para imitar el sonido de los animales, otros como un llamado de guerra, algunos para comunicarse con las deidades y otros para representar acontecimientos importantes como la siembra o la vida, la maternidad o la muerte.
Despertar ese tipo de inquietudes, dice Muhlethaler, es precisamente el objetivo de la muestra, que en una segunda sala proyecta un video con las tomografías computarizadas que permiten visualizar las características internas y los mecanismos a través de los cuales se produce el sonido.
En la tercera parte de la exhibición las piezas sonoras entran en diálogo con el cuerpo de los danzantes precolombinos, cuyos cuerpos también se convierten en instrumentos sonoros y visuales a través de ornamentos y la ejecución de diversos instrumentos. El recorrido por el universo sonoro del mundo precolombino es una experiencia vivencial.