Es como el ‘grinch’ de la Navidad. No festeja San Valentín, no tiene pareja ni le interesa. Así se define Alejandro Cisneros, arquitecto de 29 años que dedica 100% de su tiempo al trabajo.
Hoy a quienes viven solos por convicción se los conoce como ‘neosolteros’. Sus vidas se centran en la búsqueda del crecimiento profesional y no en encontrar media naranja. Oscilan entre 28 y 50 años y ya no se ven como ‘quedados’ o ‘que se quedaron en la percha’.
Y hoy (13 de febrero de 2014), un día antes de San Valentín, ha sido dedicado para que el soltero, divorciado o viudo celebre en todo el mundo la libertad de estar sin pareja.
Esta celebración, surgida en Internet como una burla al consumismo excesivo por el día de los enamorados, busca desmitificar que hay que estar en pareja para disfrutar la vida.
Martín Salazar, amigo y colega de oficina de Alejandro, coincide en que estar soltero es una decisión. Tiene 32 años y desde hace más de siete dice no tener una vida amorosa. Así que este 14 es un día más de trabajo y en la noche se reunirá con amigos para ver películas.
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Ver la soltería pasados los 30 como un estigma ya es cosa del pasado. La política y escritora española Carmen Alborch, en su libro ‘Solas: gozos y sombras de una manera de vivir’, publicado en 1999, usó la palabra ‘neosolteros’ para distinguir a los solteros y los definió así: “son profesionales muy calificados, desenvueltos, competentes, seguros de sí mismos, con un alto nivel cultural”.
Gabriela Mosquera, de 34 años, cuenta que solo ha tenido dos relaciones amorosas y por ahora no es su prioridad. “La una (relación) fue de adolescente y la otra hace 10 años”.
Al día dedica casi 12 horas a su trabajo como abogada y cree que ganar sus juicios es lo más importante por ahora. “Necesito poner toda mi concentración en esto porque es mi vida, me apasiona, me llena. Lo prefiero antes de estresarme por tener problemas de pareja”.
En el último Censo de Población del 2010, realizado por el INEC, se registraron 5,1 millones de solteros, separados, divorciados y viudos, mientras los casados y en unión libre fueron 5,7 millones.
Desde que Mosquera está sin pareja hace más ejercicio, tiene más tiempo de pasear a su perro, de visitar a su familia y de ver a sus amigos.
Para Andrea Villavicencio, la soltería le permite dedicarse a lo que le gusta sin inconvenientes y sin ningún tipo de control. “Yo manejo mi vida, sé lo que hago y cómo lo hago”, agrega la ambateña de 31 años, que reside en Quito desde que inició sus estudios de Administración de Empresas, en el 2000.
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Quienes no cuentan con una relación estable pueden afrontar mejor las situaciones estresantes. El cerebro ordena que las glándulas liberen el cortisol, la hormona que ayuda a combatir el estrés, en experiencias alarmantes, explica Patricio Serrano, psicólogo de Quito.
Alborch menciona que los ‘neosolteros’ no están obsesionados por la estabilidad económica, que ya han alcanzado, no renuncian a las comodidades y más bien las buscan. Tampoco quieren sufrir experiencias dolorosas o defraudantes en el terreno del amor. Para Santiago Suárez, de 34 años, fueron suficientes las decepciones sentimentales que tuvo en la adolescencia, por lo que desde los 18 años decidió no involucrarse con alguien seriamente.
Para él no es inconveniente estar solo ni piensa en el conocido trauma de la cama vacía.
Serrano explica que un soltero lleva una vida más tranquila y con más disponibilidad de tiempo. Esto le permite ejercitarse más, a diferencia de los casados, unidos o con familia.
Un estudio de la Universidad de Loughbourgh (Reino Unido) revela que al menos el 70% de las personas casadas no realiza ejercicio. Esto se complementa con otra investigación de la Universidad Estatal de Michigan, en que se concluyó que las personas sin pareja tienen mayor tendencia a adquirir hábitos más saludables.
Actualmente, los solteros han encontrado en las redes sociales un espacio para expresar su oposición al San Valentín. Una de sus premisas es que esta celebración estigmatiza y lleva a la gente a sentirse presionada a estar en pareja.
Como parte de esta tendencia, ahora los restaurantes y sitios de distracción en Quito y otras ciudades ya no solo ofrecen opciones en pareja sino para grupos de amigos.
Alejandro está convencido de que la felicidad no está atada a las relaciones amorosas, más bien es una certeza de alcanzar los retos, entre ellos destaca los de su profesión.