Sofía Coppola se deja seducir por el 'remake' en 'El seductor'

Un drama erótico y violento se desata  en medio de la guerra civil estadounidense

Un drama erótico y violento se desata en medio de la guerra civil estadounidense

Un drama erótico y violento se desata en medio de la guerra civil estadounidense. Foto: Captura

En el amor y en la guerra –y al parecer en el cine también- todo se vale y Sofía Coppola lleva las implicaciones de este popular dicho a la literalidad, en su más reciente producción: ‘El seductor’.

La directora vuelve sobre la historia escrita por Thomas Cullinan, en el libro ‘A Painted Devil’, y ensaya una nueva adaptación cinematográfica, después de la que se estrenó en 1971, con Clint Eastwood, Geraldine Page y Elizabeth Hartman en los protagónicos.

Luego de explorar las obsesiones femeninas en la era digital en ‘The Bling Ring’, Coppola vuelve al cine, después de cuatro años, para seguir explorando los matices de la naturaleza femenina, pero ahora a partir de una historia que se desarrolla a mediados del siglo XIX, durante la guerra civil estadounidense.

Coppola no solo que vuelve a convocar a su actriz favorita, Kirsten Dunst, sino que suma la versatilidad de una potente Nicole Kidman, el sugerente misterio de Elle Fanning y el talento de Oona Laurence, Angourie Rice, Addison Riecke y Emma Howard.

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Un internado exclusivamente femenino se ha convertido en el refugio de un grupo de jovencitas, de su maestra (Dunst) y de la tutora (Kidman), durante una serie de enfrentamientos bélicos, que están lo suficientemente cerca como para que se escuche el estruendo de las municiones, pero no tanto como para interrumpir la rutina académica y doméstica.

En principio, la directora marca distancia de la versión de 1971, a partir de una impronta visual resuelta elegantemente en la dirección de fotografía y en la que va combinando elementos del cine bélico, el western y la fantasía de los cuentos de hadas.

La cotidianidad de pronto se altera con la llegada de un inesperado visitante. El cabo McBurney (Colin Farrell), que además de ser el único hombre en ese entorno femenino, también es un soldado del bando enemigo, quien, herido en batalla, encuentra ayuda en el internado.

La sola presencia de este personaje es suficiente para detonar un drama que va escalando en intensidad.

El soldado quiere aprovechar su condición de hombre desvalido y emplea su encanto natural para ganarse la confianza y afecto de sus anfitrionas. En el camino, las pulsiones sexuales van tomando distintas formas, desde un amigo y una figura paterna hasta un amante y confidente.

Coppola pone el acento en los instintos que despierta aquel extraño ‘enemigo’ en cada una de las mujeres, que protagonizan un drama tan apasionado como brutal.

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