Corazones Solidarios alimenta a adultos mayores con dificultades económicas. FOTOS: cortesía Corazones Solidarios
Tras el anuncio de la suspensión de clases, el pasado jueves 12 de marzo, y del toque de queda por la propagación del covid–19, Lili Yépez y su amiga Mercedes –prefiere mantener su apellido en reserva- emprendieron una tarea titánica a través de la red social Facebook: sumar personas para que apadrinen a un abuelito de escasos recursos económicos, costeando la comida de todo un día, es decir, desayuno, almuerzo y merienda.
La iniciativa surgió en medio del temor de la gente por las medidas adoptadas por las autoridades y previendo que esas personas serían acogidas por alguna institución para evitar que se contagien. Tenían dudas, pero se arriesgaron y la propuesta tuvo acogida.
El pasado jueves 19 de marzo del 2020 Yépez y su amiga armaron un chat y el domingo ya entregaron las 100 primeras raciones –con un menú variado que incluye arroz y menestra– a los abuelitos del albergue San Juan de Dios. Lo hicieron con el apoyo de la empresa privada, que les vendió en USD 1 un plato que regularmente alcanza los USD 3 y 4.
La idea inicial consistía en costear la comida de todo un día, por tres semanas; sin embargo, el dinero recaudado alcanza para comprar 100 al día: para 66 abuelitos y para 34 personas del área administrativa y de cuidado.
El chat se llama Corazones Solidarios y al momento está integrado por 35 personas: hay un hombre. El dinero sale de sus bolsillos, en diferentes cantidades, y según Yépez lo hacen con un solo objetivo, cuidar de las personas más vulnerables, como un acto de amor por el prójimo. Las personas de la tercera edad, precisamente, son las que más sufren los estragos que produce el coronavirus, pandemia que azota al planeta. “Cuidemos de ellos, pero también de nuestras familias evitando que se contagien”, dice Yépez.
100 personas del albergue San Juan de Dios reciben comida de Corazones Solidarios. Foto: cortesía Corazones Solidarios
Las impulsadoras de Corazones Solidarios cuentan que al inicio se sumaron más voluntarios, pero que con el paso del tiempo abandonaron el grupo. Por esa razón siguen realizando llamados en Facebook para engrosar el número de participantes. Aclaran también que la contribución económica depende de cada persona y que incluso hay voluntarios que simplemente apoyan con la difusión del mensaje o con su talento para elaborar los artes.
¿Cómo les llega la comida? Para evitar que los voluntarios salgan de casa, tengan contacto con los cocineros y luego con los abuelitos, acordaron realizar una transferencia para que solo una persona del albergue se movilice hasta el restaurante y retire las 100 raciones. Inicialmente, los beneficiarios estaban distribuidos entre la Fundación Jonathan y el albergue San Juan de Dios. Sin embargo, ahora solo se benefician las personas de la última institución, pues “los otros abuelitos entraban y salían. Se nos hizo más fácil llegar al albergue”, comenta Yépez.
Mónica Betancourt, gerente general del albergue, cuenta que la ayuda es importante en momentos de emergencia como la que afronta el país porque tras la emergencia decidieron acoger a 30 albergados externos. Estas personas son las que van durante el día en busca de comida o en la noche, en busca de una cama para dormir. A la mañana siguiente desayunan y regresan a la calle. Antes de la emergencia por el covid-19 el albergue contaba con 36 albergados internos, que son los abuelitos que pasan día y noche en ese centro de acogida. Betancourt agradece el apoyo y espera que la ayuda se extienda por más tiempo.