La libertad que consiguió el ejército patriota en las faldas del Pichicha en 1822 se interpreta de distintas maneras por cada ciudadano del Ecuador. Desde sus trincheras, los habitantes honran esa victoria con sus actividades cotidianas.
Un historiador, una docente, una actriz, un militar que combatió en el Cenepa, un líder juvenil y un emprendedor hablan sobre el significado de la gesta que hizo del Ecuador un país soberano capaz de construir su futuro.
Ser líder es contar con la iniciativa para trabajar por la comunidad
Cuando tenía 12 años, me di cuenta de que la realidad que me rodeaba tenía que ser cambiada. Además, comprendí que, desde diversos sectores, se podía trabajar en beneficio de la comunidad. Empecé liderando actividades en el colegio, después en la universidad.
Así empecé a trabajar en el tema ambiental y social con la visita a comunidades alejadas. En el 2019 comencé mi proyecto Iniciativa Minka.
Es un espacio para que los jóvenes trabajen por la comunidad, se interesen por su barrio y también desarrollen otras actividades lejos de los vicios y actividades que dañen su desarrollo como personas. Empecé mi proyecto con dos personas, ahora somos 93, entre niños y jóvenes.
Junto a ellos fuimos los primeros en brindar clases en las calles de distintos barrios de la ciudad, con el programa La pizarra llega a tu barrio, que brindamos asesoría académica y cultural a quienes se quedaron sin acceso a la educación en tiempo virtual. Llegamos a 53 barrios y 16 comunas rurales.
Ahora estamos en el proceso de recuperación de la memoria histórica de los barrios a través de actividades culturales como los Santos Inocentes, juegos y gastronomía tradicional.
Esta es la verdadera independencia, construir un referente, trabajar por un objetivo sin seguir patrones o líneas políticas y crear espacios culturales en puntos y zonas críticas. La idea es tener iniciativa y creatividad.
Juan Carlos Rojas, líder juvenil.
El arte independiente se sostiene de la voluntad y la convicción de crear
Ser artista independiente es mantener la convicción sobre lo que haces. También es estar constantemente batallando para hacer respetar tu trabajo como artista y, en mi caso, también como mujer.
Tengo una imagen de mí misma y de la gente que ha estado cerca del proyecto Mandrágora y desde esa experiencia puedo decir que la independencia también requiere de un compromiso constante. También identifico la independencia en el arte con la resistencia.
No es fácil, porque es un esfuerzo físico, emocional y mental que llega a agotar y ahí es donde la voluntad de trabajo se impone para seguir adelante.
Es lamentable entregar el trabajo artístico que ha costado tiempo y dinero y luego tener que esperar tanto tiempo para que alguien en el sector público o privado ‘te haga el favor’ de pagar. Es un trato indigno para cualquier artista.
Por otro lado, el arte es un territorio de libertad donde se puede mantener intacta la identidad y desde donde se pueden contar las historias que importan y que se quieran contar a través de la danza, la pintura, el teatro o la música.
Tengo dos hijos y un compañero maravillosos con quienes nos hemos acompañado en el camino y, aunque el costo de esa independencia artística ha sido muy alto, no me arrepiento. Es alto porque vivimos en un país que no da cuenta de la riqueza cultural que tiene.
A mis alumnos siempre les digo que el artista debe estar dispuesto a asumir el riesgo y a no detenerse.
Susana Nicolalde, actriz y gestora cultural.
Las dependencias ya no son las mismas que hace dos siglos
Ser independiente es tener la capacidad de pensar para desarrollar iniciativas acorde con nuestra realidad. Tener la capacidad de mirar el horizonte en el mediano y largo plazo como un hecho que depende de la propia dinámica de nuestro pueblo.
Gozar de la libertad significa y ha significado, a lo largo de la historia, comprender que ese es el único mecanismo para desarrollar las condiciones, objetivas y subjetivas, en la consolidación de una expectativa colectiva y social.
Pienso que con el paso del tiempo, las dependencias ya no son las mismas que ocurrían antes, que era un sometimiento ideológico, político, económico, al pensamiento, en este caso español, y a los intereses de esa economía y de esa perspectiva política.
Pero es evidente que nos falta todavía consolidar un camino propio porque ha habido la presencia ideológica de otras metrópolis que han demostrado interés en la región en función de sus objetivos, de sus intereses.
Hay una diferencia sustantiva entre lo que significó la conmemoración del centenario y del bicentenario. Antes las grandes asimetrías de la población ecuatoriana aún eran enormes. Seguramente en ese mismo momento había dudas, escepticismo, de las libertades que se pudieron haber logrado porque sectores de la población entendían que era una libertad que consolidaba a núcleos específicos de la sociedad y no a todos. Pero con el paso del tiempo hay una comprensión de este proceso.
Germán Rodas, historiador.
El área más débil del país no es la económica, sino la sociológica
Estudiando la historia del Ecuador, creo que el país ha recorrido un camino extraordinario y a veces no nos damos cuenta. Por supuesto, hay muchas cosas que cambiar, pero hemos avanzado muchísimo en integración racial, tolerancia, comunicaciones, telecomunicaciones e infraestructura, aunque ahora hemos retrocedido un poco por la falta de recursos.
El país ha superado las épocas de los años 80 y 90 en las que tuvimos una década perdida. Hemos crecido, tenemos una oferta de exportación fabulosa. Nos hemos especializado en ciertos productos y ofrecemos cosas muy buenas al mundo. La empresa ecuatoriana se distingue por su emprendimiento.
Hay un deseo del ecuatoriano por trabajar y progresar. Tenemos una madera excelente para crear un país mejor. En lo que sí nos hemos equivocado es en la elección de nuestros políticos.
Desgraciadamente, pienso que el área más débil que tiene el Ecuador no es la económica, sino que es la sociológica. A este país le falta muchísima madurez política, todavía seguimos mirando atrás como las estatuas de sal.
No superamos ciertos resentimientos, totalmente justificados y justificables, pero yo creo que hay que impulsar el mirar hacia adelante y madurar políticamente. En este tiempo no hemos aprendido de nuestros errores.
Cuando oigo los debates en la Asamblea, me da tristeza porque no hemos aprendido nada en ciertas áreas, siempre estamos culpando a otros.
Magdalena Barreiro, catedrática universitaria.
La libertad me permite ser parte del desarrollo y crecimiento del país
La libertad es sinónimo de progreso, de oportunidades y de nuevos horizontes. Es un principio para el desarrollo en cualquier ámbito, es una puerta abierta que debe orientarse hacia el beneficio común.
Me siento un emprendedor libertario porque tomé como bandera mi sueño y decidí ir tras el anhelo de conseguir mi bienestar y fomentar el de los demás. Día a día he ido marcando mi futuro con interminables horas de esfuerzo, capacitación y aprendizaje. Asimismo, he valorado cada error y acierto de la vida. Todo eso me permitió sentir lo gratificante que es exigirse a uno mismo. La libertad nos hizo un Estado soberano y gracias a esa herencia los ciudadanos podemos emprender con garantías y derechos constitucionales. Gracias a la libertad que tenemos, he podido edificar mi presente y mi futuro, así como el de mi familia.
Puedo decir que gracias a la libertad he sido parte del desarrollo y crecimiento de mis colaboradores, he generado empleos en mis locales y logrado el éxito de mi marca Gato’s Grill House, con la apertura de franquicias, para que emprendedores, como yo, disfruten de la libertad que esta bendecida tierra nos ha regalado.
Para mí, la libertad es sinónimo de lucha y se configura con otros valores como el trabajo, dedicación, empeño y entrega diaria, que son la base fundamental y el motor que motiva la constancia en nuestros trabajos, para así engrandecer a nuestro país.
Daniel Torres, emprendedor gastronómico.
Los militares en 1995 buscábamos la paz, pero con dignidad
Tenía 26 años cuando estalló el conflicto con el Perú. Era teniente de Infantería del Ejército y estaba iniciando mi matrimonio. Mi esposa también era muy joven y vivía conmigo en la base militar de Patuca.
Era parte de un escuadrón de cuatro pelotones. Pertenecí a la Compañía de Operaciones Especiales N°21 Cóndor de Patuca. Mi misión era localizar y detectar los avances de las tropas subversivas con la intención de determinar las líneas de abastecimiento del enemigo para que no lleguen a Base Norte, Twintza y Base Sur.
Mi unidad fue una de las que tuvo los enfrentamientos más encarnizados en la línea de combate con Perú. Perdimos hombres y hubo heridos.
En 1995, para los más de 12 millones de habitantes, lo más importante que teníamos era nuestra historia, nuestra identidad, nuestra bandera y por supuesto nuestra patria.
Somos herederos de una generación que vivió la invasión de 1945, el conflicto de 1981 y quedó con el juramento de reivindicación del Ecuador.
Por eso mi generación es conocida como la de la victoria. Ahí salió la frase “Ni un paso atrás”. Los militares lo único que buscábamos en 1995 era alcanzar una paz, pero con dignidad. Y lo logramos. Han pasado 26 años y hoy vivimos una realidad distinta. Sin embargo, creo que no solo Fuerzas Armadas han contribuido con la paz. Los jóvenes, la ciudadanía en general siguen reivindicando la libertad de hace 200 años.
Cristóbal Espinoza, Coronel de Estado Mayor.