En cada comuna se han conformado grupos de priostes de
hasta 20 personas que organizan las actividades religiosas. Foto: Juan Carlos Pérez/PARA EL COMERCIO
En los consultorios tsáchilas chamánicos priman los altares con las figuras católicas de la Virgen del Cisne y Jesucristo.
Para el chamán Alberto Aguavil, antes de empezar un ritual de sanación, le reza a los santos y a la Virgen para que le concedan el poder curador de sus ancestros como Nicanor y Alejando Calazacón, que se consideran como los mejores vegetalistas de la nacionalidad, en territorio de Santo Domingo de los Tsáchilas.
Pero según el párroco de la comuna Chigüilpe, David Delgado, la devoción de los tsáchilas va más allá de orar. Señaló que en las siete comunas tsáchilas se han conformados grupos de priostes para la Virgen y para Jesucristo.
Esos equipos están conformados por 20 personas, que se encargan de organizar homenajes, hacer vestidos y mantener las iglesias adornadas. Cada año, ese papel de prioste se rota en las comunidades.
Héctor Aguavil, exgobernador tsáchila, lo asumió en la comuna Otongo Mapalí. Él debió organizar el día en honor a la misa, que se celebra el primer sábado de diciembre.
El grupo de priostes debió confeccionar ropa tsáchila para la Virgen. La vistieron con una chumbillina (falda) multicolor (corte de tela rectangular similar a una falda). Estos colores constituyen el renacimiento de la etnia, tras liberarse de la viruela. “Le rendimos un homenaje con los símbolos más sagrados de nuestro pueblo”.
Segundo Calazacón, presidente de los priostes de la parroquia Cristo Luz del Mundo de Chigüilpe, cuenta que la comunidad empezó a creer en las figuras religiosas cuando descubrieron que en los lugares donde estaban sus imágenes se percibían energías positivas. “La gente empezó a pedir con fe y sus deseos se concedían. Pedíamos por la naturaleza y el don para curar enfermos”, cuenta Calazacón.
La imagen de la Virgen del Cisne llegó hace 24 años a la iglesia Cristo Luz del Mundo. En septiembre de todos los años se hace una romería. “La religión nos unió porque vienen personas de todas las comunas y compartimos alimentos, música y danzamos en honor a la Virgen”, contó la prioste Albertina Calazacón.
Ella relató que en su cosmovisión, los tsáchilas desde sus ancestros siempre creyeron en la existencia de un dios, como Pipoa (dios del sol que permite que la naturaleza dé sus frutos para sobrevivir). “Hay relación entre la religión católica y nuestras costumbres. Nuestros antepasados sabían que había un dios, pero no lo conocían”.
Delgado aseguró que desde el año anterior, él ha podido recorrer las siete iglesias tsáchilas. Lo hace porque la Diócesis de Santo Domingo lo asignó como párroco de las siete comunas.
Señaló que hasta el 2015 solo podía visitar las comunas dos veces al mes porque tenía a cargo otras parroquias en el centro. “Todas son diferentes, pero su decoración siempre es de alabanza a Dios. Ahora estoy de lleno con ellos”.
De acuerdo con la comuna, la devoción cambia, comentó.
En Chigüilpe son devotos de la Virgen del Cisne porque recibieron la visita de una peregrinación. Y por muchos años, los tsáchilas acompañaban en las romerías a la Virgen hasta que les donaron la imagen. “Su compromiso a ese regalo es que asistan a la misa todos los domingos en la tarde”.
La catequista de Otongo Mapalí, Cecilia Aguavil, señaló que en esa parroquia son devotos de la Virgen Inmaculada de la Concepción y que las misas se celebran los sábados y los domingos desde las 16:00.
En la comuna Los Naranjos, los tsáchilas realizan la misa cada 10 días porque es la comuna más retirada y los tsáchilas deben caminar más de tres kilómetros para llegar a la iglesia tsáchila. Ahí, la devoción es a Jesucristo. Por eso, la Semana Santa es la fecha más esperada para los fieles. Este año se inició con el Miércoles de Ceniza.
El prioste de Los Naranjos, Ricardo Calazacón, manifestó que en la comuna se vive el duelo de la muerte de Jesús. “Esos días celebramos el Kasama únicamente el Día de Gloria porque finaliza nuestro duelo. El resto de los días solo nos dedicamos a buscar el perdón de nuestros pecados”. Según la Diócesis, unos 2 000 tsáchilas pertenecen a la Iglesia Católica.