Los tatuajes recogen las líneas de tiempo de sus vidas

Alicia Hevia, de 60 años, plasmó su afición por las mariposas con una de la especie monarca. Foto: Enrique Pesantes/ EL COMERCIO

Alicia Hevia, de 60 años, plasmó su afición por las mariposas con una de la especie monarca. Foto: Enrique Pesantes/ EL COMERCIO

Alicia Hevia, de 60 años, plasmó su afición por las mariposas con una de la especie monarca. Foto: Enrique Pesantes/ EL COMERCIO

Hasta los años 90 todavía eran un tabú. En ese entonces algunos marcaban el lienzo de su piel como una forma de librarse de las normas impuestas por la sociedad. Otros, simplemente, portaban los símbolos de sus clanes. Luego aparecieron con más fuerza entre artistas, músicos y deportistas.

Hoy, el artista del tatuaje puede expresar momentos de inflexión, simbolizar los logros alcanzados o la liberación ante el adoctrinamiento en el que crecieron. Estas posibilidades motivaron a quienes había postergado la idea de grabarse recuerdos a tomar la decisión de teñirse el cuerpo sin pensar en la edad.

Un dragón con sus garras tratando de aferrarse a la vida. Un búho, símbolo de sabiduría. Una mariposa, frágil y a la vez fuerte. Un lobo alfa que se distancia de la manada, sin dejar de rondarla para ver crecer a sus hijos. Estos son algunos de los significados plasmados con tinta permanente, con la que también pueden guardar las cicatrices de la vida o estampar el rostro de quienes aman.

Lobo Boru es el nombre del diseño que lleva Hugo Quintana, de 58 años. Él se define como un lobo alfa. Foto: Enrique Pesantes/ EL COMERCIO

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