Tres sanatorios reabren sus aulas hospitalarias

En el H. Quito Sur, del IESS, la docente Eliza Villacís realiza actividades con Amy, de 6. Foto: Valeria Heredia / EL COMERCIO

Dos habitaciones del Hospital General Quito Sur, del Seguro Social, rompen con el esquema habitual de una casa de salud. Sus paredes están adornadas con animales y flores de colores; además hay libros infantiles, hojas para colorear y manualidades elaboradas en papel.

A estos espacios, en donde conviven grupos de niños y adolescentes internados, se los conoce como aulas hospitalarias. En Ecuador, el programa duró del 2006 al 2011, con la apertura en cinco unidades de salud.

Cinco años después, se definió el Modelo Nacional de Gestión y Atención Educativa Hospitalaria y Domiciliaria, con el fin de garantizar la educación a los chicos que están en tratamiento en los sanatorios. Entre enero y agosto hubo 78 aulas, con 13 633 alumnos, según el Ministerio de Educación.

Tres de ellas están en la red del Seguro Social. Están los hospitales Quito Sur, San Francisco y Carlos Andrade Marín, en la urbe. En el 2020 cerraron el servicio presencial, por la pandemia.

En el primero, por ejemplo, esos meses fueron atípicos, debido a que los docentes no podían entrar al hospital para evitar contagios. Solo daban clases a los internados que tenían un dispositivo cerca.

Sin embargo, a partir de este mes retomaron sus actividades diarias. Hasta ahora se han beneficiado 157 chicos, cuando en el 2019 alcanzaron 1 925. La mayoría permanece cinco días en el sanatorio y acude para no perder clases, indica el coordinador Andrés Espinosa.

Esto significa que los cuatro docentes -repartidos en dos grupos- acuden de lunes a viernes. Están desde las 07:00, pero las clases van de 10:30 a 12:30 (dos horas).

Dentro de las aulas se trabaja con cinco chicos, para respetar el aforo. Todos deben tener su mascarilla. También, deben desinfectar sus manos con el alcohol o gel.

El resto de infantes hospitalizados (22) recibe a los docentes en las habitaciones. Allí les guían en las tareas o les dan material didáctico.

Steven Díaz tiene 14 años y es estudiante regular de un plantel fiscal; hace siete le diagnosticaron distrofia muscular, por lo que ha ingresado varias veces al hospital. El último viernes entró por un problema del corazón y el lunes ya estuvo en las aulas.

Su madre, María Paltán, de 42, dice que el servicio es positivo; los docentes envían las calificaciones a los planteles, para no perder la continuidad. “Mi hijo se distrae”.

En el Hospital San Francisco, del Seguro Social, la docente Verónica Díaz asiste una vez por semana. A la fecha ha atendido a 240 chicos hospitalizados.

“Las aulas se habilitaron para que los chicos tengan continuidad en sus estudios. Ayuda en su tratamiento”, dicen Verónica Bastantes y Paulina Almeida, trabajadoras sociales de la casa de salud.

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Posted by El Comercio on Thursday, September 9, 2021

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