La semana anterior se entregó el camari a las principales autoridades que festejan el Carnaval en Riobamba. Foto: Glenda Giacometti/El Comercio
La bocina suena con un tono distinto al convencional, mientras las luces del escenario se encienden y los comuneros de Sanancahuan, una comunidad situada en los páramos de Guamote, empiezan a bailar al ritmo de la música originaria del pueblo Puruhá.
Así se festejó en Chimborazo el camari, un ritual indígena que se realiza cada año durante el Pawkar Raymi, (Fiesta del Florecimiento), en agradecimiento a la fertilidad de la Pacha Mama. También es un símbolo de generosidad entre los comuneros.
El camari consiste en la entrega de muestras de afecto a las autoridades, como platos de comidas típicas, bebidas y otros obsequios. Antes, el propósito era acercar al pueblo a los gobernantes y convivir con ellos. Por eso, el ritual se realizaba en la intimidad de las comunidades indígenas.
Pero hoy, el camari tiene otro propósito. Según Estuardo Santamaría, director de la Coordinación Zonal del Ministerio de Cultura en Chimborazo, este rito se realiza actualmente en los escenarios urbanos para fomentar la unión de las culturas indígenas y mestizas. Otro fin es el de visibilizar la ritualidad ancestral para fortalecer la identidad de los ecuatorianos.
“Es importante entender quiénes somos, quiénes son nuestros ancestros y el significado de estas celebraciones. La idea es promover una verdadera interculturalidad”, manifestó Santamaría.
Por eso, las celebraciones indígenas se anuncian en las agendas culturales acompañadas de espectáculos artísticos, como presentaciones de danza y música. Se trata de una fusión cultural para difundir lo andino y lo mestizo.
Este año, el camari se realizó como parte de la agenda de la novena edición de los Carnavales por la Vida. El evento contó con la participación de grupos de danza locales y agrupaciones autóctonas de las comunidades.
El acto se realizó la semana pasada en la Plaza Pública Eloy Alfaro, situada en el centro de Riobamba. Acudieron representantes de todas las entidades gubernamentales, pero los protagonistas fueron Renata Costales y Manuel Tenemaza.
Ellos representan a la Mama Shalva y al Yaya Carnaval. Para la cultura indígena, se convierten en los gobernantes durante las festividades del Pawkar Raymi y representan la dualidad que hace posible la vida en todas sus formas.
Ambos vistieron los trajes originarios de la Cultura Puruhá, que recibieron en una ceremonia de entrega del bastón de mando. “Tienen un poder simbólico muy importante para las comunidades, por eso visten los trajes originarios”, explica Valeriana Anaguarqui, una yachak de Chimborazo.
Ambos personajes recibieron los regalos que los comuneros trajeron de diversos sitios, bailaron con ellos e incluso dieron discursos en kichwa sobre la bendición de la cosecha y el respeto que se debe guardar a la Pacha Mama.
Los danzantes de Sanancahuan representaron el ritual con todos los personajes que originalmente alegraban la fiesta. Los warmi tukushcas, por ejemplo, son hombres que se visten de mujeres en la celebración. Lo hacen para homenajear el vientre femenino, que según la cosmovisión andina
es donde se origina la vida.