Los rinocerontes son asesinados por cazadores que buscan sus cuernos para comercializarlos en el mercado negro.
La amputación de cuernos, aunque puede ser vista como una medida drástica, es una de las acciones que se está adoptando tras la muerte de un rinoceronte en el interior de un zoológico de Francia.
El animal sufrió tres disparos por parte de un grupo de desconocidos que ingresó al centro y cortó uno de sus cuernos para el tráfico ilegal.
El pasado lunes, Pamir se convirtió en el primer ejemplar de esta especie en ser sometido a esta intervención en el zoológico de Dvur Králove, en República Checa.
Sus cuernos fueron cortados con una sierra mecánica mientras el animal estaba anestesiado y el proceso se llevó a cabo sin complicaciones. Premysl Rabas, director del zoológico, explicó en un comunicado -publicado en la página web del parque- que la decisión no fue fácil, pero “el riego es demasiado alto”.
Este centro cuenta actualmente con 21 ejemplares de esta especie y afirman que la medida se aplicará a todos los animales que se crea conveniente.
Además, la extracción no causa ningún daño físico a los rinocerontes, según el zoo, ya que los cuernos no tienen terminaciones nerviosas.
Andrés Ortega, director del Centro Veterinario de Vida Silvestre de la Universidad San Francisco de Quito, considera que “es uno de los mecanismos más radicales de preservar al animal vivo”.
El especialista concuerda con que este tipo de procesos se realizan de una forma en la que no se afecta a la vida y al desenvolvimiento del animal.
El corte se hace con técnicas veterinarias, la herida es cauterizada y después se forma una especie de callo -explica Ortega- esto permite que el rinoceronte pueda seguir viviendo y reproduciéndose.
Para Ortega, estas son técnicas que pueden aparentar ser crueles, pero buscan que el animal pierda interés económico. Estas son prácticas que se aplican en elefantes para reducir la caza de estos animales por sus colmillos.
Para Juan Manuel Carrión, exdirector del Zoológico de Guayllabamba, esta no es una medida acertada. “Es un tema controversial, pero no haríamos prácticas de este tipo”.
Por otro lado, cree que se debe enfocar en las medidas de seguridad, más que en este tipo de acciones. En este centro se cuenta con facilitadores, cuidadores y guías educativos que interactúan con los visitantes y monitorean el lugar para evitar que los animales salgan o que el público ingrese a espacios restringidos.
Los zoológicos, para Carrión, son espacios donde se crea conciencia ambiental y que acoge a especies que han sido víctimas del maltrato por parte de los humanos. Estos animales ya han pasado por experiencias traumáticas, como para que tengan que nuevamente ser violentados.
Por eso recomienda que, en el caso de que el riesgo sea demasiado alto para una determinada especie, no se los ponga en exhibición o se los envíe a un santuario o reserva donde estén protegidos.
En Europa se tiene registro de que las bandas criminales han estado operando desde el 2010. En el Zoológico de Guayllabamba no han tenido casos similares. Lo que han recibido, indica el exdirector del centro, son pedidos con connotaciones ancestrales sagradas.
En el pasado, estas prácticas implicaban el sacrificio del animal. En la actualidad, los grupos que mantienen estos rituales solicitan las plumas que se obtienen en el zoológico cuando las aves mudan su plumaje, sin hacerlas daño en su estructura física. Se analiza el caso y, si es para promoción de valores culturales, con aprobación previa del Ministerio del Ambiente, pueden ser entregadas.
Ortega considera que la amenaza para los zoológicos en nuestro país no es como en África o Europa. Localmente, los traficantes pagan a los comuneros para que cacen a las especies en su hábitat natural.
En el zoológico Pairi Daza, de Bélgica, y en la Reserva Natural de Bandia, en Senegal, también se tomó la decisión de amputar los cuernos a los rinocerontes ante la amenaza de tráfico de especies.