El panorama de la ciudad cambió con la pandemia. Quito no ha sido reconocida por ser una urbe pensada para los ciclistas y tampoco para peatones. Sus empinadas subidas, la falta de vías exclusivas y veredas incómodas hacían de la capital un lugar para automotores.
A raíz de la llegada del coronavirus, el medio de transporte mutó. La gente tenía miedo de subirse en buses o taxis por la posibilidad de contagiarse o no podía circular en sus vehículos por las restricciones de movilidad. Esta gráfica, realizada durante el primer año de la pandemia, evidencia las nuevas lógicas de movilidad, que no solo se reflejó en la circulación, sino también en la manera en la que nos protegemos contra el mortal virus.