Entrevista a la nueva ministra de Educación, Monserrat Creamer. Ella cree que trabajar por la calidad, equidad, inclusión y aprendizaje a lo largo de la vida. Y validar con estudios las políticas educativas. Foto: Galo Paguay / EL COMERCIO
La nueva ministra de Educación, Monserrat Creamer, tiene la cualidad de hacer creer que todo es posible, con pocos recursos y articulación. Y lejos de parecer muy soñadora, ella es una técnica en educación que insiste en que, antes de tomar decisiones que impliquen ‘refundar el país’, hay que evaluar para sumar y transformar.
¿El Presidente le ratificó que debe seguir con la reapertura de escuelas uni y bidocentes, multigrado?
Más que multigrado son las rurales que se cerraron por el reordenamiento. Para él, es fundamental que pese a la austeridad, ningún niño se quede fuera. Quizá no alcancemos a reabrir mil este año.
Van 11 reabiertas. ¿Cómo saber cuántas necesitan las comunidades?
Queremos hacer una evaluación muy seria, supongamos que en su momento hubo una escuela en un sitio y la comunidad se trasladó; o que ya no la quieren porque tienen la percepción de que la escuela grande es la mejor. Hay 300 acuerdos firmados con comunidades para reaperturas. Necesitamos información concreta; para dar pasos sólidos, siempre hay que hacer un estudio.
Según el Ser Estudiante 2015- 2016, en las unidocentes, más del 80% de chicos no desarrolló aprendizajes. ¿Es el modelo que el país necesita?
Hay que evitar encasillar y generalizar. Cuando se tomó la resolución de abrir las del Milenio se trató de reordenar para optimizar recursos. Pero quizá faltó hablarlo y es lo que el Presidente quiere recuperar: que ningún niño se quede sin la opción. El unidocente no es el modelo perfecto, pero hay casos de buenos resultados.
¿Cree que se debiera volver al bachillerato por especializaciones?
Un mal del país es refundar en vez de evaluar, sumar y transformar. En el mundo, el sistema de un bachillerato fragmentado está atado a un modelo caduco. El aprendizaje es absolutamente interdisciplinario y si un día pensamos en transformar el Bachillerato General Unificado iremos un paso adelante.
¿A qué se refiere?
China y Japón estudian Robótica, Lógica Computacional; están en otra dimensión. Y en ese sentido sería volver a Química o Física, cuando el mundo está tocando el cielo y las estrellas y nosotros no solo pisando tierra sino metiéndonos en el hueco.
En planteles privados con el Bachillerato Internacional (BI), la pensión bordea los USD 500. ¿Se piensa quitar esa opción al sistema fiscal?
Por el tema financiero, en el sistema público optimizamos recursos. La idea no es eliminar nada, pero sí evaluar; ver en qué casos el programa funciona. Esa efectividad se medirá con el nivel de certificaciones de los estudiantes.
Usted fue docente de colegio y de universidad. ¿Qué tipo de capacitación necesitan sus colegas?
Hay que identificar en qué fase está el docente: en formación, en inducción y entrando al sistema, en ejercicio, experto, por salir y jubilarse y así sigue la rueda. Pero no solo hay que darles contenidos, actualizarlos y evaluarlos.
¿Qué más necesitan?
Reinyectarles una motivación, recordarles su vocación en todas las etapas. El profesor trabaja con 40 niños y por eso se cree que está acompañado, pero esta profesión es solitaria; y del día a día, por lo que se vuelve rutinaria. Pero es muy importante, uno dice un buen docente me hizo creer en mí y volar; uno malo acabó con todos mis sueños.
El exministro Raúl Vallejo hablaba de calidad y calidez. ¿Y usted?
De cuatro ejes transversales que esperamos marquen nuestras acciones: calidad, equidad, inclusión y aprendizaje a lo largo de la vida.
¿Qué implica ese aprendizaje a lo largo de la vida?
La escuela en el mundo está caduca, entramos a la sociedad de la información, a la cuarta revolución, de la inteligencia artificial y no creo que debamos tener a los chicos encerrados en un aula 12 años, más la universidad, alejados del contexto real. Al salir sus aprendizajes se basan solo en contenidos y se les olvidan. El objetivo de aprender a lo largo de la vida es romper el encierro, el claustro escolar y propiciar un modelo educativo donde aprendan en contextos reales.
¿Por ejemplo?
Aprendimos cívica recitando los deberes del ciudadano, los colores de la bandera; hay que acercar el aprendizaje a contextos reales, a donde los chicos viven. Me encantaría trabajar con universidades y Senescyt y CES, para incorporar a estudiantes de educación superior, como tutores de Matemática Pura o Física de los chicos que se preparan para el Ser Bachiller.
Habla mucho de evaluar, ¿cree en PISA?
Creo fielmente en la evaluación, pero no en cómo se implementa el concepto, que es evidenciar la comprensión y el desempeño de un aprendizaje. Los resultados de PISA- D, prueba en la que participamos, me parecieron muy interesantes porque tenían factores asociados y contemplan la parte socioemocional, y porque midieron competencias. Las universidades debieran revisar eso. Su rol es subirse a la colina y decirnos miren, hacia allá va el mundo.
Su trayectoria
Master of Arts Education, de la Universidad de Alabama; maestría en Educación y Comunicación; doctorado en educación en curso, en la U. Autónoma de Madrid. Subsecretaria y parte del proyecto de creación de la UNAE. Miembro de Grupo Faro.
Su pensamiento
Hay que trabajar por la calidad, equidad, inclusión y aprendizaje a lo largo de la vida. Y validar con estudios las políticas educativas.