Dos policías portaron una pancarta con la imagen del Niño Viajero, en la apertura del tradicional desfile en Cuenca, este 24 de diciembre del 2019. Foto: Manuel Quizhpe/ EL COMERCIO
La presencia de jóvenes, adultos y personas de la tercera, hombres y mujeres, vestidos con trajes típicos del Ecuador, se incrementa cada año en el pase del Niño Viajero. Este tradicional desfile se realiza en Cuenca, cada 24 de diciembre, y congrega a miles de turistas nacionales y extranjeros.
Este 2019, la pasada comenzó a las 10:00; es decir, una hora después de lo programado. Los 30 adultos mayores del Hogar Miguel León, quienes salieron a la acera para observar el desfile, esperaron impacientes y soportaron el asfixiante sol que aparecía de manera intermitente.
El pase se inició con retraso, según los organizadores, porque la mayoría estuvo en la misa que se cumplió en la Catedral de La Inmaculada. De allí salieron a las 09:30 y se dirigieron a la iglesia de San Sebastián, lugar de partida de los participantes.
En ese sector se alistaban las diferentes agrupaciones, como los representantes del Hogar Miguel León, quienes abrieron el pase del Niño Viajero. Entre los integrantes se destacaban los adultos mayores vestidos de pastores. Luis Rodas hacía bromas y posaba orgulloso para las fotos. “Esta es una tradición de todos los cuencanos”, dijo.
Los jóvenes de la propuesta Amaru Urbana, abrieron el desfile con un baile folclórico. Foto: Manuel Quizhpe/ EL COMERCIO
Un grupo de mujeres de la parroquia cuencana de Sidcay llegó por primera vez a la pasada. Llevaban vestidos de cañarejas. “Hicimos una promesa y aquí estamos, agradeciendo al Niño Dios por la salud y la vida”, sostuvo María Muñoz. También estaban acompañadas de sus hijos, quienes portaban trajes de la Virgen María y San José, de ángeles y reyes magos.
Los primeros en brindar espectáculo fueron los integrantes de la propuesta Amaru Urbana, conformada por 12 jóvenes: seis hombres y seis mujeres. Ellos bailaron al ritmo de una banda de música del pueblo. Delante de la agrupación se encontraba la reina de Cuenca, Nikole Salinas, sobre un caballo. Vestía blusa, pollera bordada y sombrero.
A lo largo de la calle Bolívar, en las aceras, se ubicaron los transeúntes, entre ellos turistas nacionales y extranjeros, para presenciar el desfile. Los presentes no dejaban de aplaudir, especialmente a personas de la tercera edad que en los últimos años han sido protagonistas.
La familia Muñoz-Parapi llegó a la pasada para cumplir una promesa, cuyas integrantes se vistieron de cañarejas. Foto: Manuel Quizhpe/ EL COMERCIO
Cada año, esta tendencia se incrementa “debido a que los niños ya no quieren participar en el desfile”. Así lo asegura José Luis Vanegas, uno de los asiduos participantes en el pase del Niño Viajero. A su criterio, “es porque es los hogares no les inculcan y les motivan a ser parte de esta tradición cuencana“.
Por este motivo, cientos de jóvenes, especialmente estudiantes secundarios y universitarios, así como adultos y personas de la tercera edad, pasaron ahora a ser los principales protagonistas. Hace una década, los niños eran mayoría en este desfile.
La venta informal también se hizo presente en los parques y calles transversales al desfile. Se vendían refrescos, golosinas y comida rápida. También los participantes recibieron un vaso de chicha y pan de pascua de parte de los organizadores.