El sitio de intercambio y venta de objetos usados funciona desde 1970 en Quito. Colores, materiales y texturas recrean un mundo suspendido en el tiempo. Fotos: Diego Pallero/ El Comercio
En algunos pasillos del mercado Arenas parece que el tiempo se detuvo. No solo por el diseño de sus muros, que se conservan de la que fue la plaza de toros que funcionaba en el lugar hasta los años 50, sino por la cantidad de objetos que sorprenden por la vistosidad de colores, los materiales y las texturas.
Los objetos mantienen cierto orden pese al desorden típico de un lugar de intercambio o reventa.
Desde 1970, año en el que llegaron los comerciantes al lugar, la venta de objetos nuevos o usados se convirtió en la dinámica de este mercado que cuenta en la actualidad con 250 locales.
Es fácil enamorarse de las cámaras fotográficas de rollo y de las máquinas de escribir de cinta. También, sorprenderse con libros y revistas de ediciones de décadas pasadas que cuentan historias que juntaban a familias enteras, o recordar el tocadiscos de los abuelos y sus acetatos con las canciones que animaban festejos.
Aquí hay de todo y en grandes cantidades.
Lo que un día se volvió obsoleto, para otros es un tesoro escondido que muestra la velocidad con la que pasa el tiempo y llegan los avances tecnológicos, y al final solo nos deja la nostalgia.
Foto: Diego Pallero/ El Comercio
Foto: Diego Pallero / El Comercio
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