El proyecto de Ley de Salud e Higiene Menstrual pasó el primer debate en la Asamblea Nacional. Con ello se pone sobre la mesa la posibilidad de hablar de lo que no se dice sobre la menstruación. El propósito de esa norma, de hecho, es el regular la gestión menstrual y que el período de las mujeres sea en condiciones dignas y equitativas.
Tener una Ley implica hablar de uno de los elementos más normales, que marca el desarrollo y calidad de vida de las niñas, adolescentes, mujeres y personas menstruantes, señala la médica especializada en género, Ana Lucía Martínez. “Es todo un nuevo enfoque a la naturalización de la menstruación”.
Un hecho biológico y fisiológico, que es normal en la vida de las mujeres tiene que ser visto desde esa mirada, sostiene. Por ello, la médica dice que es importante que en el proyecto de Ley se haya contemplado la necesidad de una reeducación en el tema de la salud menstrual.
Uno de los elementos más destacables, señala Martínez, es que la Ley permite hablar abiertamente de la menstruación como un tema de salud sexual y reproductiva. Esto, en el marco de los derechos sexuales y reproductivos de las niñas, adolescentes, mujeres y personas menstruantes.
Menstruación, no enfermedad
Con la Ley además se ponen sobre la mesa mitos y prejuicios alrededor de la menstruación. Estos hacen que se genere una mirada negativa del cuerpo y que se la satanice, señala la médica Martínez. “Acordémonos que las propagandas de productos de higiene menstrual cambiaban la fisiología, poniendo la sangre menstrual azul, justamente por no reconocer lo que implica menstruar”.
La también especialista en Biomedicina señala que eso hace que las mujeres escondan su menstruación y se avergüencen de ella. Se ha llegado incluso a negar su existencia, catalogándola como una enfermedad, señala. (En Ecuador, para decir que están menstruando, las mujeres dicen que están ‘enfermas’). Martínez explica que esto se debe a que se ha patologizado la menstruación como una situación que cambia a las mujeres de forma negativa.
Esto pasa sobre todo en las niñas. La médica sostiene que ellas deberían sentirse acompañadas durante este proceso de transición de su cuerpo. Pero enfatiza en que cuando empiezan su menstruación, las niñas siguen siendo niñas. “Tiene que ser visto como algo maravilloso. Como pasa cuando se caen los dientes o cambia la voz”.
Las niñas y adolescentes necesitan información
Con la primera menstruación es crucial manejar información adecuada, señala Salomé Cisneros, de la Red en Rojo. “No debemos reproducir los mismos errores que cometieron generaciones pasadas, afirmando a las niñas que “ya son mujercitas” o que “ya pueden quedar embarazadas“, porque hacemos muchísimo daño”.
En lugar de eso, Cisneros indica que se puede hablar previamente con las niñas sobre el proceso biológico y hormonal, cómo lidiar con él, cómo gestionar su sangrado con insumos, cómo registrarlo, cómo entenderlo, etc. El primer sangrado también puede festejarse o acompañar de actividades o regalos simbólicos, dice.
La información abordada de forma sensible y respetuosa es vital, dice la representante de la Red en Rojo. Esto, debido a que la percepción que las niñas y mujeres tienen sobre su cuerpo mejora cuando tienen a la mano la información adecuada y completa para comprenderlo.
Es necesario, dice Cisneros, que se normalice el hablar en voz alta de la menstruación. Asimismo, que todos los integrantes del hogar o de instituciones educativas puedan manejar información sobre gestión menstrual y compartirla sin tapujos. “Mantener estos temas en secreto o que no se permita hablar de ello frente a los hombres también condiciona mucho el avance y la aceptación”.
Educación menstrual
Sobre gestión y educación menstrual, Cisneros señala que las niñas y adolescentes deben saber cómo utilizar los insumos de gestión menstrual, cuáles existen, cuál es el indicado para cada persona. También deben conocer sobre el proceso menstrual y qué órganos se involucran. Además se debe trabajar el reconocimiento pleno de la anatomía genital, las implicaciones emocionales y psicológicas y la alimentación.
Tanto la Red en Rojo como el proyecto Feluna Menstrual recopilan metodologías para intervenir en escuelas, comunidades y hogares. Juegos, cuentos, libros e historietas que pueden acompañar la educación menstrual son parte de ese proceso.