Juana Rivero, especialista en medicina reproductiva, en su laboratorio. Mujeres que buscan tratamientos de fertilización, tras postergar la maternidad, acuden a ella. Foto: Vicente Costales / EL COMERCIO
Aunque ya cumplió varios propósitos personales y profesionales, Andrea Padilla aún quiere disfrutar de otra etapa más en su vida. Le gustan los deportes extremos y se ha planteado ser madre después de practicarlos lo suficiente.
Ella tiene 34 años. Cuida de su salud. Pero es consciente de los posibles riesgos de postergar una maternidad.
“Mi organismo ya no es el mismo que hace cinco años”, admite esta mujer. Pese a eso sigue firme en su idea de esperar porque un bebé, subraya, requiere el 100% de su madre y no se puede ponerle en pausa para hacer otras cosas. “Tu tiempo deja de ser tuyo”.
La tendencia a postergar la maternidad no solo aumenta en Ecuador, sino en todo el mundo, indica Juana Rivero, especialista en Medicina Reproductiva Humana. Hoy, los estudios, el trabajo, entre otras actividades son prioridades.
La mujer –explica la especialista– tiene aproximadamente un 25% de posibilidades de embarazarse por ciclo menstrual. Esas opciones son estables entre los 25 y los 35 años. Después de esa edad, la probabilidad de embarazo baja bruscamente hasta los 40, cuando puede bordear el 5%.
Por eso, Rivero asegura que la mejor etapa reproductiva para quienes quieren ser madres es antes de los 35. Y el ideal de los 25 a 32 años.
Esto no quiere decir que después de los 35 años la mujer no pueda embarazarse, aclara el genetista César Paz y Miño. Pero alerta: pasada esta edad, aumenta el riesgo de alteraciones cromosómicas en los óvulos femeninos.
La más frecuente es el exceso del cromosoma 21, que causa síndrome de Down. Eso consta en el libro Genética Molecular y Citogenética Humana, de Paz y Miño y Andrés López.
A mayor edad de la madre –según la investigación– más peligro de nacimientos con síndrome de Down.
Se ha confirmado -anotan- un mayor riesgo de enfermedades cromosómicas en relación con la edad materna que con la paterna. Esto empieza a partir de los 34 años, se duplica a los 39 años y casi se triplica o cuadriplica a los 44 años.
Las trisomías de los cromosomas 13 y 18 también se pueden presentar, aunque son menos frecuentes, indica el científico Paz y Miño.
Jessica Valseca sabe que en unos años quizá no sea tan sencillo tener un bebé. Quiere ser madre, pero aún tiene otras prioridades. A sus 32 años ha tenido que oír que “se está quedando” y seguido le preguntan por qué no tiene hijos.
Esta mujer siente que no está preparada. Dice que cuando llegue el momento se asesorará para encontrar la manera de atenuar las complicaciones.
En esos casos, Rivero, la especialista en reproducción humana, recomienda: la congelación de óvulos y el tratamiento por óvulo donado.
La técnica de congelación de óvulos, afirma, ofrece buenos resultados. Pero tiene que hacerse antes de los 35, cuando la mujer tiene suficiente cantidad de óvulos sanos. Esto aumentará la posibilidad de que al descongelarlos se obtenga embriones sanos y, por ende, bebés en iguales condiciones.
Para esta opción, se extraen los óvulos por vía vaginal, mediante un procedimiento quirúrgico. Estos son congelados, por medio de una técnica que ofrece 90% de sobrevida.
El tiempo de congelación es indeterminado, pero la recomendación es que se descongele antes de que pasen cinco años para que las mujeres puedan disfrutar de sus hijos.
“La edad límite -dice Rivero- para todo tratamiento de reproducción es 50 años, siempre que la mujer esté sana”.
Una vez que se forma el embrión, tras descongelar óvulos y fertilizarlos en el laboratorio, las posibilidades de embarazo son de entre el 35 a 40%. Cuando los óvulos no son de buena calidad, los especialistas aconsejan recurrir a donantes.
Una mujer de 42, por ejemplo, tiene un 5% de posibilidades de embarazo, asegura Rivero. Con este tratamiento se sube ese porcentaje al 50%.
Pero un tratamiento de congelación de óvulos cuesta entre USD 6 000 y 8 000 y no garantiza un embarazo al primer intento. La doctora y activista Virginia Gómez De la Torre dice que, además de un tema de salud, es un tema de clase, ya que estos métodos no están al alcance de todas.
Por estas razones, Rivero cuenta que los especialistas en este campo investigan las posibilidades de postergar el envejecimiento de los óvulos. Considerando la tendencia a postergar la maternidad, los profesionales recomiendan someterse a las pruebas necesarias para evitar complicaciones.
Previo al embarazo, las pruebas de reserva ovárica determinan si la cantidad será suficiente para que puedan lograr un embarazo normal.
Ya en el embarazo, los controles prenatales permiten identificar la presencia de alteraciones cromosómicas propias de la edad parental avanzada. Según el genetista Paz y Miño, el diagnóstico tradicional se da en la semana 16, pero se pueden dar diagnósticos tempranos entre la semana 9 y 11 de embarazo.
Para Juana Rivero es importante que la mujer piense que su decisión de no tener hijos puede ser transitoria. “No es lo mismo lo que se piensa a los 25 años, que a los 35 años”.
Antes de los 35, Gloria Guerra no tenía entre sus planes tener hijos. Ni ella ni su esposo lo contemplaban. Pero a esa edad se embarazó y tuvo un aborto debido a un problema de salud. Luego de ocho meses decidió que sí quería ser madre y lo logró casi a los 37.
Aunque los doctores no asociaron el problema con su edad, la mujer se sometió a un tratamiento durante sus nueve meses de embarazo para evitar un segundo aborto. El mismo proceso siguió con su segunda hija, después de un año y medio.